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Luis Fernando Vega Polo comenzaba todos sus días laborales de mecánico a las 5 de la mañana; la disciplina de su pasado militar así se lo dictaba. Salía 45 minutos después, listo para su trabajo en un taller de mecánica.

En el camino al lugar donde tomaba el transporte en la calle 50A con carrera 8F, barrio Kennedy, alternaba en su celular los vallenatos de Diomedes Díaz y Rafael Orozco, dependiendo de su estado de ánimo.

Eran las 5:50 del lunes y el bus que esperaba aún no pasaba. Dos hombre en moto se le acercaron al joven, de 21 años. El parrillero se bajó y con arma en mano le exigió entregar el celular.

Intentó huir por un breve segundo, hasta que se percató que no tenía a dónde. Entregó el teléfono con resiliencia. 'Coge, déjame sano', dijo extendiendo su brazo hacia el agresor. Pero antes de que el parrillero lo tomara, un grito resonó por la calle de Kennedy. Le siguió una detonación.