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Son tres años los que lleva esperando Patricia Marino Mejía, para que se haga justicia por la muerte de su hija Karen Elena Povea Marino, quien fue asesinada cuando tenía 20 de edad, el 6 de mayo de 2014, junto a su hijo de cuatro meses de edad.

Sin mucha esperanza, pero con la convicción de que la verdad se sabrá algún día, Patricia dice que la investigación ha quedado estancada y que asegura que 'en los últimos dos años no se ha hecho nada para que el culpable pague por lo que le hizo a mi hija y a mi nieto'.

Ese día Karen salió de su casa y le dejó el celular a una hermana, a quien le advirtió: 'te dejo mi teléfono por si acaso me pasa algo (...) ahí está la última llamada que tuve'. Efectivamente algo le pasó, porque no apareció durante toda la noche, lo cual alarmó a su familia, quienes la buscaban afanosamente donde sus amigos, familiares y conocidos.

Al día siguiente, hacia las cinco de la mañana, su cadáver apareció junto al de su bebé en el Puente Guerrero, en área rural de Riohacha. Karen tenía un disparo en la cabeza y el niño estaba a unos 60 metros de ella con golpes en la cara, informaron las autoridades ese día.