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Hay un soledeño desaparecido en Veracruz (México). Su nombre es Fredy Rafael Reales Gálvez y tiene 34 años.

Reside en esa ciudad desde diciembre 28 de 2013. Ese día tomó la decisión de viajar 2.464 kilómetros desde su barrio natal, Las Moras, en Soledad, a la ciudad azteca. Allí en el aeropuerto lo esperaba Verónica Saucedo, la mujer con quien sostuvo una relación a través de internet durante dos años.

'Por esos días me estaba pintando las paredes de la casa y me decía que no contara ya con él porque se iba', evoca Rosmery Gálvez, madre del desaparecido, los anuncios de su partida.

No le creyó, pero lo vio vendiendo poco a poco todas sus cosas y con el dinero no compraba nada. Comenzó a aceptarlo cuando viajó a Bogotá a tramitar su visa.

John Jairo, su hermano, ni siquiera se enteró que se iba, sino hasta que ya estaba en la capital del país, esperando el vuelo que lo dejaría en su destino final.

'Ojo que México no es Colombia', le advirtió su hermano en una llamada que le hizo pocas horas antes de irse.

Fredy se casó con Verónica y tuvieron una hija. Tramitó su nacionalidad y su licencia de conducción.

Vivía de lo que producía como carpintero y en técnico de computadores, mientras su esposa se encargaba de un puesto de comidas rápidas.

El secuestro

El sábado 3 de junio, Fredy estaba ayudando en el restaurante.

Era la hora de almuerzo y llevaría a su hija, de un año, a comer en su casa, a pocas cuadras del local.

Llegó a su hogar, parqueó el carro y cargó en sus brazos a su hija. Tocó la puerta y esperó a que abrieran.

En ese momento, relata la madre la versión que le refirieron, una camioneta apareció y de ella se bajaron hombres armados.

'Verónica nos contó que también secuestraron a las personas que vivían enfrente, un hombre y su hijo, un soldado del ejército mexicano', relató entre lágrimas.

Piensan que vio algo que no querían que viera y por esto lo abordaron. Su sobrina, de 13 años, que había abierto la puerta presenció cuando le quitaron a la niña de sus brazos y la arrojaron al suelo.

Uno lo amordazó mientras los otros requisaron su carro y se llevaron sus objetos personales y las llaves de este. Los montaron en la camioneta y partieron con rumbo desconocido.

Su esposa, al enterarse de lo sucedido llegó a la casa, tomó a su hija y se fue de la ciudad.

De este evento no hay registro alguno en los medios mexicanos.

'No puso el denuncio porque dice que la Policía allá está comprada y teme por su vida y por la de su hija', comenta Jhon Jairo.