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Cinco policías envueltos en la desaparición de 15 kilos de cocaína y ocho de marihuana fueron capturados la tarde de este miércoles por agentes de la Sijín en la Estación del barrio Simón Bolívar, mientras que otros nueve al enterarse de las detenciones de sus compañeros se dirigieron a las instalaciones de la URI de la Fiscalía, donde se entregaron.

Catorce órdenes de captura habían sido emitidas por un juzgado penal municipal en contra de los policías activos que resultaron envueltos el pasado puente festivo en la desaparición de la droga en el viejo CAI del barrio Rebolo.

Los delitos, según pudo establecer EL HERALDO, son fabricación y/o tráfico de estupefacientes, fraude procesal, falsedad ideológica en documento público, ocultamiento y/o destrucción de material probatorio, abuso de autoridad y prevaricato por omisión. 

El comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, general Mariano Botero Coy, se había referido el martes al caso de la desaparición de la droga que vincula a los 15 uniformados del CAI, entre esos un teniente.

El general fue enfático en afirmar que si le tocaba acudir a una audiencia en calidad de testigo por el caso de los policías involucrados en la pérdida del alijo de cocaína lo haría, pues, según él, no permitirá que un grupo de uniformados 'afecten a toda una institución'.

'Si en la investigación salen responsables, se les debe privar de la libertad, pues son un peligro para la sociedad', aseguró el comandante, en rueda de prensa.

EL HERALDO conoció el pasado puente festivo el documento en el que un miembro de la institución señalaba a otros uniformados de haberse repartido entre ellos unos 15 kilogramos de cocaína y 8 de marihuana, en el CAI del barrio situado en la localidad Suroriente.

El denunciante aseguró que estuvo presente cuando otros policías, 'liderados por el sub teniente Juan David Díaz Arteaga' se repartían en el CAI de Rebolo la droga que habían incautado en una vivienda ubicada en la calle 16C con carrera 2C, barrio La Chinita.

El policía que hizo la denuncia relató que llegó hasta el CAI y 'el sub teniente Díaz Arteaga le preguntó: ¿va a tomar su parte o espera la plata?'. Ante la pregunta –afirma– tomó un kilogramo de cocaína y se marchó para donde un superior (comandante de la Estación de Simón Bolívar) para contarle lo que estaba pasando.

De acuerdo con el documento, el hecho se registró el pasado sábado, en horas del mediodía, cuando 'el comandante del CAI Rebolo y diferentes patrullas de cuadrante' llegaron hasta el inmueble, luego de haber sido informados de que en el lugar estaba el alijo.

Caso anterior. La relación de policías del CAI del barrio Rebolo con el microtráfico de estupefaciente parece que no es novedad. Aparte del caso ocurrido el pasado puente festivo, hace un par de años también ocurrió lo mismo y se dio captura a un teniente (jefe del CAI) y a dos patrulleros que, supuestamente, lo secundaban en el tráfico de droga.

El subteniente y los dos patrulleros activos de la Policía Nacional, adscritos a la Estación San José y asignados a la vigilancia del CAI Rebolo, en el suroriente de Barranquilla, cayeron junto con otros cuatro particulares.

En aquella oportunidad, labores investigativas realizadas por miembros de la Policía Judicial permitieron establecer a través de interceptaciones telefónicas que los tres uniformados colaboraban con los integrantes de la banda ‘los Chamos’, a quienes les permitían vender drogas libremente en los barrios señalados.

'Por esa labor el subteniente recibía aproximadamente $2 millones, dinero que le daban otras ‘ollas’ para que los dejaran trabajar. Hasta ahora se desconoce cuánto le daba ‘el Chamo’ por el trabajo que le hacía', dijo un investigador del caso.

Además de esa función, aseguró la fuente, el subteniente 'movía sus influencias' para liberar a los miembros de la banda que eran capturados vendiendo drogas, y al mismo tiempo los alertaba cuando se iban a realizar operativos contra el microtráfico, para evitar que fueran detenidos.

En cuanto a uno de los patrulleros, detalló la investigación, también movía sus influencias para liberar a los miembros de la banda que eran capturados en flagrancia vendiendo drogas. 'Y el otro uniformado se metía con otros policías a las diferentes ‘ollas’ de vicio y se apoderaba del dinero y de las drogas que encontraba'.