Cuatro hechos recientes relacionados con decomisos de armas de fuego, algunas de estas sofisticadas, bien conservadas y de uso restrictivo de las Fuerzas Militares colombianas, mantiene en alerta a la Policía Metropolitana de Barranquilla por un mercado ilegal que, al parecer, se mueve a favor de bandas delincuenciales dedicadas al sicariato y el narcotráfico.
El general Mariano Botero Coy, comandante de la institución, afirmó recientemente que detectives de la Sijín, apoyados por funcionarios del Laboratorio Regional de Criminalística, han sometido cada uno de los elementos confiscados a un análisis balístico a efectos de registro y, más allá, de determinar en qué hecho criminal pudo haber estado ligado anteriormente, pues cada arma de fuego deja una huella distinta de disparo.
Según expertos en balística, en la elaboración de un arma de fuego cada una tiene una característica ya sea en el cañón o en la aguja percutora, que deja una marca irrepetible tanto en la vainilla como en el proyectil.
Esta marca, de acuerdo con una fuente del laboratorio de criminalística, es reproducida a través de disparos en un ambiente controlado para estudiar el comportamiento de cada arma de fuego en cuanto al distintivo que deja. La información es ingresada al sistema IBIS, una base de datos que permite confrontar las marcas que dejan las armas de fuego entre sí y de esta forma determinar si ha sido utilizada en casos anteriores. Así también restablecen, por medio de procesos químicos, los números seriales de las armas que han sido lijados. Desde el estudio de la escena del crimen los especialistas en balística determinan la distancia en que fue disparada el proyectil, el trayecto de la bala y la posición del tirador.
'No hay dos armas iguales', sentenció la fuente policial.