Desde el domingo anterior estaba lista la salida de la cárcel de Cómbita, en Boyacá, de Luis Safir Mosquera De Ávila, alias ‘El Burro’, por vencimiento de términos.
Sin embargo, este individuo, relacionado en múltiples ocasiones con la banda delincuencial ‘Los Papalópez’, no pudo pasar de la guardia del penal debido a que el Juzgado Segundo Penal Municipal de garantías de Tunja, Boyacá, le impuso nuevamente medida de aseguramiento intramural por el delito de concierto para delinquir agravado con fines de homicidio y extorsión, solicitada por el fiscal 9 especializado unidad delitos contra la vida de Barranquilla, Jairo Vásquez.
La investigación de la autoridad lo vincula con hechos de sangre ocurridos recientemente en la localidad Suroriente y en Soledad, zona de injerencia de la banda ‘Los Papalópez’.
Además, pese a estar tras las rejas, estaría ordenando extorsiones a comerciantes.
De acuerdo con la Policía, alias El Burro asumió como jefe de la subestructura criminal luego de la captura de ‘Franklin Malembe’, convirtiéndose en un objetivo de alto valor para las autoridades, teniendo en cuenta que su accionar delincuencial estaba basado en los homicidios en modalidad de sicariato, las extorsiones, el manejo de estupefacientes y el tráfico de armas de fuego.
Debajo de este sujeto, hoy tras las rejas, aparecen en el organigrama criminal unos mandos medios como alias ‘Jechu’, alias ‘el Saya’, alias ‘Happy’, alias ‘Raúl el Cabezón’ y alias ‘Ronald’. A estos, en una zona inferior de la estructura, obedecen miembros que se dedican al manejo financiero, al sicariato, tráfico de drogas y de armas, y al cobro de las extorsiones. Por último están los jóvenes que, a pesar de su corta edad, tratan escalar peldaños rápidamente en el negocio del microtráfico.
La venta de alucinógenos, de acuerdo con las autoridades, es una de las fuentes de financiación más activas que tienen estos grupos criminales que azotan los barrios Rebolo, La Luz, La Chinita y El Ferry. Mientras haya más consumo de ‘perico’, bazuco y marihuana, más se fortalecen las bandas en armamento y gente, aseguran fuentes de la institución policial.
Esta actividad ilícita dentro de un determinado grupo se complementa con otros delitos como la extorsión y el cobro de vacunas a transportadores de bebidas y alimentos con la justificación del 'poder usar el suelo' del barrio. Esto también genera ingresos para los cabecillas de las bandas y para el resto de la estructura.