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Videos de cámaras de seguridad, huellas dactilares, registros de llamadas telefónicas y mensajes a través de WhatsApp, así como más de 10 casquillos de pistola calibre nueve milímetros, son las pistas recopiladas inicialmente por las autoridades policiales y el CTI de la Fiscalía dentro del caso del doble asesinato de los expolicías Víctor Alfonso Chávez Padua, de 36 años, y Víctor Manuel Mendoza Mendoza, de 52, ocurrido en la mañana del miércoles anterior en el barrio El Recreo.

Además de todas esas pruebas, que en algún momento podrían llegar a resolver la identificación de los autores del ataque y de los probables determinadores (en el caso de que se trate de un caso de sicariato y no un fleteo), también se han recogido testimonios de allegados y compañeros de trabajo de las víctimas. 

EL HERALDO conoció que Mendoza y Chávez hacían parte de la nómina de la empresa de vigilancia Serviconi Limitada, con una asignación por contrato a la empresa Electricaribe, en la que ambos estaban vinculados al área de fraudes. Es decir, eran los encargados de investigar, detectar en terreno, a los usuarios que cometían ilícitos con la energía. 

Tras el hecho, la compañía prestadora del servicio lamentó a través de un comunicado el fallecimiento de los expolicías. En el texto señalaron además que 'desde Electricaribe se ofrecerá todo el apoyo que requieran las autoridades y establecer si el móvil de los hechos es relacionado con su actividad laboral o se trata de otros motivos'.

Este último mensaje surgió aparentemente luego de que las autoridades asociaran de manera preliminar la función de las víctimas para Electricaribe con el hecho de sangre. 

El atentado

A las 10:05 de la mañana, Víctor Mendoza y Víctor Chávez se movilizaban en un vehículo Renault Sandero de color rojo, placas KMU-729, por la carrera 41, entre calles 56 y 57. Víctor Mendoza iba conduciendo, mientras que Chávez Padua iba de copiloto. Fijaban su rumbo hacia ‘Siete Bocas’ —así estaba en dirección el automotor— cuando fueron interceptados por tres motocicletas. 

Supuestamente, las víctimas se dirigían hacia la empresa Serviconi a llevar una incapacidad de Chávez Padua, intervenido en una mano. 

De una de las motos, según testigos del lugar, un parrillero sacó de un bolso un arma de fuego y disparó en repetidas ocasiones del lado donde iba acomodado Chávez Padua. El criminal, de acuerdo con las declaraciones, actuó con naturalidad a pesar de que la zona estaba ‘movida’ por clientes de una tienda de abarrotes, un taller de mecánica y una ferretería. Las balas impactaron inicialmente la puerta trasera del lado del copiloto y luego hicieron blanco en la humanidad de Chávez Padua, quien murió instantáneamente. En vidrio y puerta quedaron los orificios del paso de los proyectiles. 

Sobre Víctor Mendoza, los que presenciaron el hecho dijeron que este venía hablando por teléfono celular a pesar de ir conduciendo y que trató de repeler el ataque cuando escuchó las detonaciones. Supuestamente frenó el carro, se bajó y fue cuando desde otra moto lo impactaron en el pecho. 

Ese individuo que le disparó a Mendoza, al parecer, se bajó de la moto y llegó hasta la puerta del conductor. Ahí accionó la palanca para abrir el baúl, ubicada bajo el timón, regresó, miró a Mendoza para ver si se movía y sacó del baúl un maletín. Luego todos huyeron por la calle 57 con dirección hacia la carrera 38. 

Por fuente judicial trascendió que una de las motos que participó en el hecho llevaba como parrillero a un sujeto de pantalón oscuro con camiseta blanca, a quien se le vio un maletín en la espalda en el momento que huía.

Además una de las motocicletas usadas aparentemente para cometer el atentado fue abandonada en la calle 58 con carrera 37. Se trata de una Yamaha SZR negra, de placa JIV-63E. Esa es otra de las pistas para identificar a los criminales.