Carmen, Cenith, Leodanis, María Claudia, Aida Luz, Griselda, Betzaida, Sandra, Yurleidis y Julieth. Puede que de primera mano estos nombres femeninos no le digan nada a una persona desprevenida. Puede que alguno le suene familiar. O puede pasar que esa persona esté enterada de que se trata de la lista de las 10 mujeres, entre ellas dos menores que edad, que han sido asesinadas en lo que va corrido de este año 2019 en Barranquilla y su área metropolitana. Murieron, en la mayoría de los casos, quizás por estar en el lugar equivocado o con la persona equivocada.
El tema de conversación en las últimas semanas, bien sea a través de redes sociales o en conversaciones de esquina ha sido el mismo: las masacres ocurridas en la ciudad.
Bien sea guerras entre bandas delincuenciales, reorganización de estructuras criminales e incluso rasgos de intolerancia social, que son algunos de los aspectos que analiza la Policía para hacerle frente a la ola de homicidios que azota a Barranquilla y el departamento, muchos de los ciudadanos se sienten temerosos.
Este temor está fundamentado es estadísticas como la siguiente: dos de cada tres homicidios ocurridos en nuestro territorio se dan por armas de fuego, es ocasiones por balas perdidas, lo que nos deja expuestos, sobre todo, a los más inocentes.
Pero para entrar en contexto, es preciso recordar cómo ocurrieron los hechos en los que murieron estas 10 mujeres y en qué quedaron sus casos ante la justicia.
La primera mujer
El primer caso ocurrió a los ocho días del mes de enero en el barrio San Felipe, suroccidente de Barranquilla. Carmen de Jesús Riccioli Castro, de 58, confió demasiado en uno de sus trabajadores al punto de que permitía que pernoctara en su casa para ayudarle a hornear y preparar la producción de deditos que vendía en tiendas cercanas. Una noche, ese hombre apuñaló su cuerpo y martilló su cabeza hasta matarla para llevarse algunas cosas de valor y dinero en efectivo. El responsable es un hombre de nacionalidad venezolana del que no se tiene ninguna pista. Por su caso hay una recompensa de $15 millones por información.
El segundo asesinato fue el de Cenith Hereira Fontalvo, de 78 años, muerta por bala perdida el 18 de enero en el barrio La Chinita. La adulta mayor quedó en medio de una riña entre reductos de la banda criminal Los Papalópez cuando regresaba a casa. La mujer intentó ponerse a salvo pero su no tuvo la agilidad suficiente para hacerlo y recibió un impacto en la espalda. Por este caso no hubo capturas.
La tercera asesinada fue una pequeña inocente de cuatro años, que estaba en brazos de su papá cuando sicarios desde la puerta empezaron a disparar hacia el interior. Leodanis Riquett Molina cayó al suelo con un balazo en la cabeza, mientras su papá también resultó herido y otra persona más murió. El hecho ocurrió en el barrio Bellarena el pasado 22 de enero.
En una masacre
La cuarta muerte guarda relación con la anterior, según lo aseguraron las autoridades de Policía en su momento. María Claudia Hernández Bauza, de 18 años y tres meses de embarazo perdió la vida en la masacre más sonada en los últimos años en Barranquilla. Ella y la criatura que gestaba en su vientre estuvieron entre las cinco víctimas que asesinaron el pasado 26 de enero en el barrio Universal. Según las investigaciones del caso, en el domicilio donde ocurrió el hecho expendían droga. Una persona fue capturada el viernes, y sería la pieza clave en los dos casos.
El siguiente caso ocurrió en Puerto Colombia. Una noche de amor entre Aida Luz Ramos Ballesteros, de 30 años, fue interrumpida por las balas asesinas de un hombre que irrumpió en su propiedad con el objetivo de asesinar a su marido, conocido con el alias de Mono Candela. Ella se interpuso y se convirtió en la quinta víctima. Investigadores del caso señalaron que el hombre había participado en un robo y había sido amenazado de muerte. Aquí dos hombres fueron capturados y judicializados por su presunta responsabilidad en el hecho.
La sexta, séptima y octava muerte ocurrieron a la misma hora y en el mismo lugar. Betzaida Acevedo, su hermana Griselda y su prima Sandra Ricardo fueron asesinadas a cuchillo el pasado dos de febrero dentro de la finca El Gran Chaparral, en el barrio Las Terrazas, con el objetivo de robar algún dinero en efectivo que no superó los $500 mil pesos. En este hecho murió también la pareja sentimental de una de ellas que era el propietario de la finca. Este caso también conmocionó a gran parte de la comunidad debido a la cantidad de víctimas. Por esta matanza se capturó a una pareja de esposos que vivían y trabajaban en el lugar. Sin embargo, al menos tres más habrían participado.
La novena víctima femenina también fue por una bala perdida dentro de su casa, en Las Américas. Dos hombres estaban discutiendo en horas de la madrugada del pasado 3 de febrero, cuando Giselle se asomó a ver quiénes eran. Tato y el Flaky, expareja y amigo de la mujer se amenazaban con un arma de fuego cuando un disparo escapó e impactó a la hija de esta, Yurleidis Polo, de 14 años. Al principio la progenitora mintió a las autoridades diciendo que se trató de una riña entre pandillas, pero al día siguiente se retractó y confesó que el homicida de su hija era un amigo de la familia. El hombre no ha sido capturado.
La última mujer que ha sido asesinada hasta la fecha fue Julieth Gómez Vásquez, de 29 años, sobre quien se dijo que tenía un novio criminal y que debía plata a cobradiarios, versiones que salió a desmentir su mamá quien también resultó herida en el ataque a bala del que fueron víctimas el pasado 4 de febrero. Su muerte sigue siendo un misterio, pues la excusa utilizada por el sicario fue llevarle un oso de peluche de regalo hasta la puerta de su casa y cuando la mujer salió a recibirlo fue atacada con tres disparos que le segaron la vida horas después del hecho. Alias Jhon Pistola fue vinculado con este asesinato. Sin embargo tanto la progenitora de la víctima como la Fiscalía señalaron que no hay nada contra él por este hecho de sangre.
La cifra de diez mujeres muertas en el Atlántico en los dos primeros meses del 2019 llega a ser preocupante si se compara con el número general del año anterior. Durante todo el 2018, hubo 19 asesinatos de mujeres en la ciudad y su área metropolitana.
Microtráfico
El general Mariano Botero, comandante de la Policía Metropolitana, dijo en declaraciones a los medios tras las masacres ocurridas en la ciudad que 'todo se debe a retaliaciones entre bandas criminales por temas de microtráfico.
Desde la entrada en uso de la línea 167 o el número de WhatsApp 312 5300000 para denunciar a los popularmente llamados jíbaros o casas donde se expende droga, el ministro de Defensa, Guillermo Botero anunció que a diario se reciben más de 350 llamadas gracias a las cuales se ha logrado desmantelar muchas de estas zonas.
'Nos han identificado establecimientos que estaban haciendo negocios de microtráfico y los hemos podido golpear gracias a ellos y hemos arrancado procesos de extinción de dominio que es donde más le duele', informó Botero. Y es que precisamente, ese ‘dolor’ como lo manifiesta el ministro es por la rentabilidad de este ‘negocio’, según el explicó el defensor de derechos humanos, Juan David Ortega.
'Es muy lucrativo porque produce entre 40 y 60 millones de pesos diarios entonces, de alguna manera, se ‘entiende’ por qué estas bandas se matan entre sí por el control territorial'.
Para la Policía Metropolitana el 'monstruo' que enfrentan se vuelve cada vez más grande.'Todos los días estamos haciendo operativos de control, realizando allanamientos, combatiendo el microtráfico y todas estas organizaciones que dedican a delinquir y que afectan nuestra seguridad ciudadana, pero sobre todo, afecta a nuestra juventud con el uso y el abuso de drogas ilícitas', dijo el coronel Jorge Pinzón, tras la masacre en Siete de Abril, donde tres hombres fueron asesinados mientras consumían estupefacientes.