Los dos casos de mujeres que murieron a manos de sus parejas dentro de la habitación de un motel y el de un adulto mayor que también, al parecer por causa natural, perdió vida en uno de estos establecimientos hace que surjan interrogantes como ¿por qué si entran dos personas al cuarto luego sale solo uno? Y más importante aún, ¿por qué lo permiten?
El derecho a la intimidad y privacidad que se espera al utilizar los servicios de este tipo de establecimientos no permite vigilar con cámaras de seguridad más allá de la entrada, el garaje o los pasillos, incluso hay lugares en lo que al llegar a la recepción se encuentran con un vidrio polarizado que evita el contacto cara a cara entre el administrador y la clientela y los famosos arbustos ‘come gente’ que suelen decorar el jardín. Quizá porque todavía alrededor de estos sitios existe un tabú que pone en vergüenza a quienes deciden darse una escapada de placer que en algunos casos ha terminado en tragedia.
Solo Karines Chiquinquirá Bohórquez Rondón y Darwuin José López Vargas saben lo que pasó dentro de las cuatro paredes de la habitación del motel donde estuvieron el pasado sábado 5 de octubre entre las 9 y 10 de la noche.
La pareja, que según sus familiares ya no estaba vinculada sentimentalmente, decidió ocupar uno de los cuartos del segundo piso de la taberna Soluciones. Quizá en un acto de amor de su parte o simplemente placer, la mujer, de nacionalidad venezolana, subió en compañía del hombre con el que se había venido de su país en busca de una mejor suerte, con ese que le dio mala vida durante los meses que convivieron, con ese que la insultaba, con el que la maltrataba, con el que la golpeaba, con ese que quizá en el fondo y pese a la desdicha, amaba.
Ese mismo hombre, Darwuin, a lo mejor con la firme intención de disfrutar un rato y luego cumplir la amenaza que había hecho semanas atrás, presuntamente tomó una de las sábanas blancas de la habitación, la enrolló en el cuello de Karines y apretó tan fuerte que ella no pudo seguir respirando. Sin niungún asomo de responsabilidad, salió del cuarto, bajó al primer piso y sin entregar ninguna explicación a los empleados del lugar del por qué salía solo, se fue sin dejar rastro, haciendo que este caso, por ahora, quede impune.
Darwuin José López Vargas es buscado por las autoridades de Policía en Barranquilla y toda la región Caribe, puesto que presumen que se ha ido a tierras guajiras.
Similar situación vivió Mery Judith Morrón Gamarra, quien también murió en medio de un encuentro de placer con su pareja sentimental Juan Carlos Bolívar Cervantes, quien luego de una discusión le propinó 14 puñaladas que le costaron la vida. Esto ocurrió el 27 de febrero de este año.
La pareja, que tenía 17 años de convivencia, también decidió compartir un rato de intimidad dentro de la habitación del motel Stewart, situado en la carrera 15 No. 62-34, barrio Los Rosales, en cercanías a la Terminal de Transportes.
En este caso, Bolívar Cervantes fue capturado en el acto cuando los gritos de dolor de la mujer alertaron a los empleados del lugar y dieron aviso inmediato a la Policía. Los agentes que llegaron encontraron al hombre con el arma homicida en la mano, la ropa llena de sangre y la víctima agonizando sobre la cama.
El 30 de septiembre un caso de muerte por 'causa natural' también ocurrió dentro de un motel en Soledad. Wilfrido Antonio Barrios Urina, de 68 años, ingresó, al parecer, en compañía de una mujer al establecimiento y dos horas después fue encontrado muerto, sin signos de violencia, dentro de la habitación. La mujer con la que estaba ya había abandonado el sitio. Su muerte se debió a un supuesto infarto que habría sufrido. Sin embargo, la dama con la que entró despareció sin dejar rastro.
'Por uno pagan todos'
Los moteles surgieron como una idea de crear establecimientos que les permitieran a los viajeros que transitaban por carreteras alejadas de las ciudades, donde no había hoteles, para que pudieran descansar, dormir y pasar una noche.
El sentido cambió cuando la idea llegó a Latinoamérica y brevemente fue pasando a ser un servicio casi que exclusivo para parejas que buscan espacios para consumar las ganas de amarse y regresar a sus hogares con la energía recargada, sin gastar mucho dinero.