Desde que se convirtió en agente aprendió a llamarse como no le llamaban sus padres, a trabajar imaginariamente en una caja de compensación y a parecer un hombre 'común y corriente' para ocultar su identidad. Entonces, al presentarse ante desconocidos, a veces se llama Carlos, otras Javier o Jaime, pero sus compañeros de trabajo siempre le llaman Señor Azul.
El nombre lo adquirió en una clase de seguridad y vigilancia cuando hacía el curso de Policía Judicial, hace dos años.
'En ese momento aprendíamos sobre agentes secretos o encubiertos y teníamos que hacer una caracterización; entonces, yo escogí llamarme Señor Azul, el mismo nombre que había utilizado un reconocido agente del FBI del pasado. Desde ese día me bautizaron', cuenta.
Hoy es uno de esos hombres que, cuando aparecen en películas o series de televisión, suelen ser vistos como personas frías y sin escrúpulos, siempre en contacto con la muerte y la violencia. Sin embargo, a sus 50 años, el Señor Azul se siente capaz de decir que está haciendo el trabajo que siempre soñó: es un técnico forense del Cuerpo Técnico de Investigación (CTI) de la Fiscalía.