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Los $112 millones que llegó a tener en sus manos Daniel José Osorno Márquez no le alcanzaron para costear el abogado que necesitaba. Por eso, cuando el Ejército lo capturó el pasado domingo 2 de febrero, su mamá y su abuela corrieron a empeñar televisor, lavadora y nevera para costearle una defensa.

Para ellas, él sigue siendo su 'pelaíto', aun cuando el juez Séptimo Penal Municipal de Barranquilla lo haya catalogado como un 'peligro para la sociedad' debido a su dosier criminal que se nutre, sobretodo, de hurtos a residencias.

A Daniel le apodan el Pupileto. La prensa, la Policía, la Fiscalía, las víctimas e incluso sus amigos le llaman así. Es por eso que, aunque en un principio no le gustaba, dice que se 'acostumbró' al apodo que nació de las fotografías que publicaba en sus redes sociales haciendo alarde de los lujos que costeaba con dinero producto de los robos que cometía.

La primera vez que los medios multiplicaron el alias de Pupileto fue el 16 de mayo de 2019, día en el que cumplía 20 años de edad. Era de tarde y, mientras caminaba por un centro comercial del norte de Barranquilla, la Policía lo abordó y, esposado, lo trasladó a la URI de la Fiscalía en calidad de detenido por orden judicial que le habían dado por supuestamente haber robado 4.000 dólares de una vivienda del barrio Ciudad Jardín.

Aquel día, Barranquilla y Colombia conocieron las andanzas del ‘Pupileto’; sin embargo, esa no había sido su primera captura, ni mucho menos su primer robo.

'Desde los 17 años comencé mi vida delictiva por la necesidad. No tenía todo lo que otro niño tenía y quería mis cosas, darme lujos, disfrutar, tener mi dinero, que nadie me humillara por nada. Eso me trajo a ser lo que soy', contó a EL HERALDO Daniel José mientras esperaba el inicio de las audiencias preliminares por su décima captura siendo adulto.

Recordó que su primer robo había sido el de cuatro 'carritos' manejados a control remoto por los que le dieron $150.000 que solo le representaron 'algo para tener'.

Esos juguetes, según contó, le permitieron probar 'lo que otros niños podían tener' y él no, debido a la condición de abandono y abuso en la que vivía con su familia en el barrio Las Ferias, de Soledad.

'Mi vida de niñito por un momento fue horrible porque no tuve el apoyo de mi mamá ni de mi papá. Fui abandonado y maltratado mucho. De un momento a otro comenzó mi vida delictiva, por decirlo así, con unos amigos', relató Daniel José, sin poder sostener la mirada.

En ese momento, en su rostro se hizo evidente la pena de haber ido cayendo en una espiral de inestabilidad que, según dijo, comenzó tras ser víctima de abuso sexual cuando tenía apenas ocho años de edad.

'Si, sufrí un abuso y es algo que no quiero recordar. Fui abusado –sentenció–. Lo denunciamos y recuerdo que lo llevaron preso, pero más nunca volví a saber de él. Trabajaba con mi papá y lo encontraron en flagrancia. Yo era un niño', narró cabizbajo.

Para él, así como para su madre y abuela, esa experiencia fue determinante para empezar a interesarse por la 'vida delictiva'.