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Los asesinatos del tendero Gerardo Reyes Vega y Wilber Salazar Vega, administrador de una residencia, fueron aviso de que las extorsiones volvían a hacer que se derramara sangre en Barranquilla, como ocurrió siete años atrás.

 Junio de 2013 fue un mes sangriento para la capital del Atlántico por cuenta de este delito. La organización criminal ‘Los Rastrojos’ acababa de dividirse, creando dos cánceres que afectaban seriamente la seguridad de la ciudad: ‘Los Costeños’, comandados por Jorge Eliécer Díaz Collazos, alias Castor, y ‘Los Vallunos’, al mando de Senén Fabio Cedeño Camelo, ‘Arturo’.

 Barranquilla se convirtió en un territorio que 'necesitaba' ser conquistado por una de las bandas dedicadas al tráfico de estupefacientes en la región. Las calles fueron el escenario de una guerra civil que obligó a que ‘Castor’ y ‘Arturo’ hallaran en la extorsión su 'mejor' fuente de financiación.

Para la ciudad, este delito no era desconocido. En los años anteriores, se había visto cómo ‘Los 40’, ‘Los Alcatraces’ y ‘Los Meza’ exigían dinero a empresarios y comerciantes. Una estrategia aprendida de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

Sin embargo, las grandes empresas no eran el objetivo de ‘Los Costeños’ y ‘Los Vallunos’. Ellos iban por el dinero de las clases media y baja. Pero no todos accedían a las pretensiones de estos delincuentes y hubo muerte.

Las vendedoras de chance Gloria Galván, Alexandra Hincapié y Ana Rosa Blanco; los conductores de bus urbano Jairo Rangel y Edgar Escobar; así como los comerciantes Maximinio Ramos y Jhon Freddy Ospina fueron apenas siete de las víctimas mortales de la nefasta campaña de 'plata o plomo'.

Hoy, cuando se tiene conocimiento de solo dos crímenes por cuenta de la aparente reactivación de la campaña, la Policía Nacional, desde el mando central, ya empieza a contraatacar.

El general Fernando Murillo, director nacional del Grupo de Acción Unificado para la Libertad (Gaula), visitó este medio para dar a conocer los avances en investigaciones, los resultados que se han obtenido y lo que se conoce de cómo la extorsión sigue siendo una herramienta de las bandas delincuenciales.