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Nadie sabe aún las razones por las que un hombre baleó en la cabeza a Kelly Pérez Trigos la tarde del pasado lunes 31 de agosto cuando estaba en la terraza de su casa. Las autoridades se mueven en la hipótesis de que el crimen ocurrió en medio de un atraco, pero sus familiares y amigos descartan esa posibilidad, por lo que piden que el caso sea investigado a profundidad.

El homicidio de Pérez Trigo, de 29 años, no deja de causar consternación en la opinión pública, en los colectivos femeninos y en los que defienden a la población Lgbti, debido a que el crimen eleva a 29 el número de mujeres que han sido asesinadas en lo que va de año en el Atlántico.

El general Ricardo Alarcón, comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, señala que de los casos de homicidios contra las mujeres el 37% fue bajo la modalidad de sicariato; 34% por violencia intrafamiliar y 16% por riñas.

El 13% restante, según registros de este medio, murieron por causas distintas, como bala perdida, golpeada por la fuerza pública, asfixiada y hallada descuartizada.

Lo anterior nos lleva a indicar que el homicidio selectivo es la modalidad más relevante frente al asesinato de una mujer y que podría estar vinculada con la violencia común, es decir, de aquella a la que está expuesta una persona en una sociedad.

Ahora bien, según el Instituto de Medicina Legal, desde el 25 de marzo al 31 de julio de 2020, en todo el país 242 mujeres fueron asesinadas de forma violenta; de esa cifra 32 habían sido víctimas de violencia intrafamiliar, 20 fueron feminicidios; 13 habían fallecido por violencia interpersonal; 9 por violencia económica; 9 por violencia sociopolítica; una por violencia sexual, 14 por otras formas y 144 que aún no habían sido esclarecidas.

Esta cifra mostraba una reducción de 23,2%, teniendo en cuenta que en el mismo periodo de 2019 el número de mujeres asesinadas había sido de 315 casos.

Al analizar las estadísticas de Medicina Legal con respecto al presunto agresor, se determina que en 69 de los casos el homicida había sido un desconocido; en 35 de las ocurrencias la pareja o expareja había sido el perpetrador del crimen, mientras que en 9 de los casos el victimario había sido un familiar. En 5 de los asesinatos había sido un conocido; en 3 había sido delincuencia común, otros 3 crímenes habían sido cometidos por miembros de grupos al margen de la ley; y 3 por agentes de la Policía o militares. En 115 de los casos no se sabía quién lo había perpetrado.

El mismo documento señala que, con respecto a las edades, 113 de las mujeres asesinadas estaban en la adultez, es decir en edades comprendidas entre 29 y 59 años; le siguen 84 mujeres en etapa de juventud (de 18 a 28); 21 adultas mayores con edades entre 60 años y más, y 12 adolescentes entre los 12 y 17 años.