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'Es que no somos nada, cuando uno se muere, no es nada', dijo un vecino del barrio Los Olivos cuando vio que el cadáver de un hombre que hacía poco habían asesinado lo metían en la bolsa blanca que utiliza la Sijin para embalar la evidencia.  

Ocurrió la tarde de este viernes, poco antes de las cinco de la tarde. Maicol Gamero, de 32 años vestía una camiseta azul turquí y una pantaloneta gris llegó a la carrera 23A con calle 104, barrio Los Olivos, y se sentó en la verja de una vivienda. Dicen los vecinos que ahí estuvo unos minutos hasta que llegaron dos delincuentes vestidos de negro, en una moto y con cascos de color verde. 

Uno de los hombres se bajó, se le acercó blandiendo un arma y le disparó. 'Escuchamos como cinco tiros', aseguró uno de los moradores del sector. Sin embargo, al parecer, solo una bala impactó el rostro de la víctima, causándole la muerte de manera inmediata. 

El cuerpo inerte cayó hacia la terraza de la casa. Los asesinos arrancaron a toda velocidad y se desaparecieron sin trabas. Enseguida los vecinos del lugar fueron hasta el sitio para ver quién era el desafortunado a quien la muerte alcanzó en forma de bala. 

No lo conocían. Nadie lo distinguía. 'Ay niña, ¿quién será?', se preguntó una de las matronas de la cuadra. Entonces llamaron a la Policía. Las patrullas empezaron la búsqueda de la moto en la que iban los pistoleros, pero hasta el cierre de esta edición no la habían encontrado. Otros uniformados acordonaron la cuadra completa para evitar que la escena fuera contaminada, una misión casi que imposible por la cantidad de personas que ya habían llegado a ver al difunto y, por supuesto, a tomarle fotos. 

Buscan identificarlo

El barrio se llenó de investigadores de la Sijin que empezaron a hacer las famosas labores de vecindario, es decir, a indagar con los habitantes a ver qué información podrían proporcionar. También revisar si cerca había alguna cámara de seguridad que hubiera captado la llegada de los sicarios, el momento del crimen o la huida de los delincuentes, empero, este medio conoció que no había ni una cámara cerca. 

Los encargados del caso se dieron cuenta, durante la inspección del cuerpo, de que la víctima no tenía documento de identidad. Eso sumado a que nadie lo había visto antes, los dejó sin muchas herramientas para iniciar la investigación con algún posible móvil. 

Cuando ya el cuerpo se lo habían llevado, unos hombres de nacionalidad extranjera dijeron que creían conocer al muerto. Afirmaron que se parecía mucho a uno de sus coterráneos, que estaban casi seguros de que era él, pero que no se atrevían a confirmarlo. Dijeron que llamarían a su país para preguntar y quedaron en colaborar con la Policía para ver si se trata de la misma persona que ellos creen.