Luego de la reactivación económica en Barranquilla y el Atlántico, las autoridades reportaron un incremento considerable de las riñas en establecimientos públicos y en el interior de reuniones familiares, que estuvieron, en su mayoría, asociadas al consumo de licor y la flexibilización de las medidas que se habían impuesto para contener la pandemia.
Según los números entregados por la Policía, en los últimos dos fines de semana con puente festivo se han registrado más de 1.000 riñas que en varios de esos casos derivaron en homicidios. La cifra es mayor a la que manejan las autoridades con relación a los últimos dos fines de semana de mayo, cuando se registraron, al menos, 600 episodios de intolerancia.
De igual forma, a lo largo de la pandemia, la Policía reportó que hubo fines de semanas en los que atendieron hasta 200 riñas. Este tipo de casos se dieron, en su mayoría, en fiestas clandestinas o en sitios donde se no se cumplían con los aforos que tenían estipulados las autoridades.
Ante el alza de estas cifras, las autoridades encendieron las alarmas y anunciaron el fortalecimiento de los controles y campañas de pedagogía para crear conciencia entre la ciudadanía.
Desde la psicología, Ever López Cantero, docente de psicología de la Universidad El Bosque, indicó que la violencia es usada por las personas para un fin y no como un medio.
'La violencia le permite a los ciudadanos expresar emociones negativas como la ira, el miedo o la frustración, por lo cual este tipo de violencia está mediada por la falta de control frente a la forma como se expresan las emociones. Sin embargo, no se puede desconocer que también puede existir un tipo de violencia instrumental, cuando esos comportamientos están asociados al interés de algunos grupos, personas o sectores en deslegitimar las acciones propuestas y promover el caos', explicó el académico.