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Sergio Vega desde que tiene uso de razón ha visto cómo algunos pobladores de su natal Luruaco se ganan la vida picando piedras. Dijo, sentado en una banca de un parque, que la falta de oportunidades laborales los conlleva a la práctica de la minería ilegal.

Junto a él estaban más habitantes de esa pequeña población atlanticense, quienes se mostraron herméticos. Solo con las miradas se les pudo notar que no querían hablar, pero tampoco negaron lo que había pronunciado Vega.

El hombre acomodó su cuerpo en el asiento, tomó confianza y detalló que esta actividad se remonta desde hace décadas y que muchos amigos de él la hacen con la intención de ganarse el pan diario para sus familias.

‘Monita’ en mano

'La gente va a rebuscarse todos los días con su ‘monita’. Van a picar las rocas y venderlas por galones porque no hay empleo aquí en el pueblo', señaló el luruaquero.

En medio de la charla, que no duró más de 20 minutos, Vega relató que las empresas mineras que se instalan en esa zona dan poco empleo para los habitantes del municipio.

'Es verdad, no son muchas las personas del pueblo que trabajan en esas industrias, pero yo también creo que algunos robos han motivado por eso', agregó.

Adonay Beltrán, un ‘veterano’ de 83 años, contó que el polvo que sale de la minería tanto legal como ilegal perjudica la salud de los luruaqueros.

'A través de los años he visto mucha gente que se enferma por esto. Además de que la lluvia nunca cae, en cambio, se aleja', narró mientras estaba en un extremo de su puesto de venta de alimentos.

Según Beltrán, la problemática 'siempre ha estado allí' y si algo tiene muy claro es que el municipio no 'puede hacer nada para remediarla'.