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Su vida ya no es igual. Las cicatrices que tiene en diferentes partes del cuerpo le recuerdan la pesadilla de 13 horas de tortura. En ocasiones le cuesta respirar, su ojo izquierdo perdió un poco la visibilidad que tenía hace ocho meses, y cada vez que hace frío las heridas le arden. Esta es la nueva realidad de la joven de 17 años que recibió 84 puñaladas en el interior de un apartamento ubicado en el barrio Villa Muvdi, de Soledad. 

Sentada en una silla plástica de color blanco, con un vestido del mismo tono, sandalias rosadas y con la cabeza en alto se encontraba Andrea*, nombre que utilizaremos de nuevo en esta ocasión para referirnos a la afectada, quien vive en una pequeña casa de madera situada en límites de los barrios Las Américas y Carrizal, sur de Barranquilla.