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El 21 de febrero Rafael* sintió con sus propias manos cómo la vida de su hija se desvanecía. La joven de 17 años había dejado de respirar. La Policía informó que murió por asfixia mecánica, debido a que fue hallada con un zuncho ajustado en su cuello.

Ella había sido encontrada por un familiar en el callejón de su casa, en el barrio Santa María, de Barranquilla, tirada en el suelo, inconsciente. Los gritos de alarma se escucharon por toda la cuadra, su papá pedía un cuchillo para cortar el sujetador.

Luego la llevaron al hospital, pero la camilla que ocupó fue una de la morgue, pues allá confirmaron la mala noticia.

Ese día, según testigos, ella sostuvo una larga discusión con el hombre con el que había tenido una relación durante los últimos dos años. No hubo fluido eléctrico aquella noche por cierto. Vecinos contaron que los vieron entrar al callejón, a la pareja, y que después todo quedó en silencio.