María Victoria supo en la tarde del día de su cumpleaños que algo no andaba bien con su hijo.
Víctor le había avisado por un mensaje de voz que se dirigía en su carro hacia Caribe Verde a recoger una carrera. Iban a ser las tres de la tarde cuando eso ocurrió, esa fue la última vez que ella habló con él.
Aparentemente, su familia intentó establecer comunicación con el hombre de 27 años en el resto de la jornada de aquel sábado 21 de mayo, pero no fue posible, pues no volvió a contestar. Al principio querían saber si regresaría a la hora que había dicho, debido a que su mamá, especialmente, lo estaba esperando para la celebración en su casa en Palmar de Varela, Atlántico. Pero luego querían saber si estaba bien, por lo que decidieron emitir una alerta a través de redes sociales reportándolo como desaparecido. Esa noche nadie llamó a dar aviso de su aparición.
Eran las 7:00 a. m. del domingo siguiente cuando las bocinas de los carros que transitaban por la carrera 31 con calle 60 del barrio El Recreo, de Barranquilla, despertaron a los vecinos. Se había generado un pequeño trancón en el que un bus de servicio público no podía pasar; dos vehículos obstaculizaban la vía, uno de esos era el de Víctor Rivera Ayala.
Contaron los moradores de la zona que fue el conductor del autobús quien se bajó del mismo y llegó a tocarle la ventana a la persona que se encontraba en aquel automóvil rojo. Dentro estaba él, atado de manos y con dos impactos de bala.
La Policía no demoró en llegar, la noticia no tardó en saberse. La zona quedó paralizada y todos los vecinos mencionaron que ninguno sabía nada.
Sin embargo, detalles del homicidio del hombre de 27 años comenzaron a conocerse después.