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Jornadas de hasta 20 horas continuas de trabajo, que incluyen operatividad policial en calle y una misión mediadora con un gremio que ha sido el objetivo reciente de ataques de la banda criminal los Rastrojos-Costeños, ha tenido que cumplir durante esta última semana en Barranquilla y su área metropolitana el jefe de la Regional No. 8 de la Policía Nacional, mayor general Julio González Bedoya, un curtido oficial con más de 30 años en la institución armada que, a lo largo de su carrera, ha tenido duras tareas, inclusive la misión de encabezar en 2017 la seguridad del papa durante la visita del sumo pontífice a nuestro país.

Los tres asesinatos de los conductores del servicio público colectivo en Barranquilla y Soledad, hechos asociados a extorsiones de esta banda criminal contra las empresas para las que ellos trabajaban, obligaron a González Bedoya a enfrentar la crisis que derivó en la paralización de prácticamente todo el sistema de transporte local de personas.

Frente a esta situación manifiesta que se logró un trabajo con los propios actores que tuvo como resultados la identificación de 51 puntos críticos en seguridad y la elaboración de siete rutas móviles para prevenir el delito.