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Hace más de dos meses Verónica Castro Rocha salió de la Clínica Campbell. La mujer de 34 años fue dada de alta y hoy solo le quedan las nueve cicatrices, además de algunas pesadillas, de aquel tenebroso episodio en el que su expareja y padre de sus tres hijos intentó matarla de diferentes maneras.

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Ella había ingresado en la mañana del pasado 8 de agosto a ese centro médico. La llevaban moribunda en una ambulancia desde el municipio de Palmar de Varela, la reanimaron varias veces, ya había perdido mucha sangre. Al llegar a Barranquilla la ingresaron al quirófano, la intervinieron y después de varias horas lograron estabilizarla. Afuera, su victimario era buscado por la justicia.

Al día siguiente de lo ocurrido, mientras Verónica batallaba por no morirse, una teniente llegó a donde la tenían y le tomó la declaración. Ella, casi sin poder hablar, contó que ese lunes se encontraba acostada en su cama cuando sintió cómo la asfixiaban. Eran las 8:00 a. m., aproximadamente, reaccionó y se percató de que estaba maniatada, como pudo empujó a su agresor y logró soltar su mano izquierda; después, el hombre con un cuchillo comenzó a atacarla, pero también tomó un martillo y la golpeó en la frente.

Castro Rocha sacó fuerzas de donde no tenía y salió de su vivienda, ubicada en la calle 3 con carrera 11 del barrio Las Flores, de Palmar. Una vecina que escuchó los gritos acudió a ver qué ocurría y la abrazó. La mujer estaba desnuda y ‘bañada’ en sangre, alegaba que su expareja la quería matar. Por ello la montaron en una moto que pasaba por la zona, pero en ese momento salió el señalado y dijo que él la llevaría, y que después se entregaría.