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Los picós, potentes máquinas de sonido que ponen a temblar vidrios, paredes y techos de las casas cuando amenizan una caseta, una verbena o un baile popular de barrio es una de esas tradiciones que los barranquilleros y caribeños se niegan a que se pierda y mantienen viva desde hace unos 60 años, o quizás más, como parte de las manifestaciones culturales de ‘la Puerta de Oro’.