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Han pasado 19 años de aquel fatídico día en el que al no sucumbirse a las fuerzas oscuras y violentas que en ese momento dominaban la región, Nelson Ricardo Mejía Sarmiento, alcalde del municipio de Santo Tomás, en el departamento del Atlántico, le tocó sacrificar su vida antes de traicionar a su pueblo.

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El Caribe, durante el 2004, año del asesinato de Nelson, estuvo sometida al mandato de los paramilitares, a través de las presiones y amenazas que estos ejercían. A los mandatarios de turno muchas veces les tocaba ceder contratos, secretarías o cualquier petición que fuera solicitada por el entonces ‘comandante’ que estuviera al frente y los que no se ‘torcían’, como Mejía, entonces pagaban con su vida.

Y es que hablar del alcalde Nelson Mejía es hablar de la esperanza que tuvo un pueblo, el médico de todos, el hombre que tuvo un centenar de ahijados, porque la admiración y respeto que la gente le tenía era genuino, así lo cuentan sus amigos y pobladores en Santo Tomás, quienes también resaltan que Nelson no tenía ningún interés político: su único interés era servir a la comunidad, esa misma que quería verlo en la Alcaldía para que desde esa instancia los pudiese ayudar mucho más y lo lograron no solo una vez, sino dos.

Con la muerte de Mejía el pueblo quedó huérfano, su familia sin explicación, y en la actualidad un crimen que aún no se resuelve.