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La angosta puerta del Billar Palatino no fue suficiente para que todos los que se encontraban en su interior evacuaran luego de escuchar los disparos que detonaron los pistoleros. Minutos más tarde ya con la confusión y el desespero disipados se darían cuenta que lo que había ocurrido era la quinta masacre registrada en Soledad y en la que las víctimas resultaron ser quienes no alcanzaron a huir.