Desde el seno del centro de Barranquilla, el Paseo Bolívar, frente a la sede de la Alcaldía Distrital, se congregaron más de 200 comerciantes de diferentes lugares del área metropolitana para exigirles protección a las autoridades policiales y civiles, y así continuar con el ejercicio de sus labores cotidianas.
Esta fue la reacción de un colectivo de gremios por el reciente asesinato de Marco Aurelio Díaz, un reconocido comerciante del barrio Santa Inés, en el municipio de Soledad, que fue baleado por hombres armados este fin de semana, junto a su sobrino, aparentemente, por no hacer efectivo un pago extorsivo.
En medio de la protesta, un féretro con distintos mensajes llamó la atención de los transeúntes, y se exhibió como una forma de exigir justicia por la muerte de Díaz.
'Nos están matando', decían esos carteles puestos alrededor del ataúd que era transportado por hombres que no podían esconder su tristeza con lágrimas.
El sangriento atentado en Santa Inés es solo el último eslabón de una serie de episodios extorsivos que han acabado con la vida de varias personas en el Atlántico. Diomer Andrés Gómez Duque, de 35 años, fue una de ellas.
El hoy occiso fue baleado el pasado sábado 9 de marzo dentro de su negocio ubicado en el barrio La Floresta, localidad Riomar, en el norte de Barranquilla. Clientes y transeúntes auxiliaron al fallecido después del ataque; sin embargo, tiempo después se confirmó su deceso en un centro asistencial cercano.
Como ese caso, se puede mencionar también el de Yeins Anthony Logreira Barrios, ultimado a las afueras de su barbería, en la calle 84 con carrera 43B, cuando departía con familiares acerca de una fiesta sorpresa que armaba para su madre, por motivo de su cumpleaños al día siguiente.
Finalmente, tampoco hay que olvidar el ataque a bala perpetrado este domingo 17 de marzo en el billar President Junior, ubicado en la carrera 28 con calle 19, del barrio Rebolo. Allí perdieron la vida Zuelen del Carmen Alvear Olmos, mujer de 30 años, y Francisco Jesús Lízcano Carrillo, un hombre casado de 41.
Una de las hipótesis que manejaban las autoridades con respecto a este atentado era el de un caso de extorsión al mismo establecimiento público. Sin embargo tampoco se descarta la versión de un fallido intento de homicidio a personas especificas que estaban en el interior del recinto.
Todos estos episodios han propiciado el miedo y preocupación de los comerciantes, quienes no solo se quedaron en la sede de la Alcaldía Distrital, esperando un 'pronunciamiento que nunca llegó'. También pasaron por la Seccional Atlántico de la Fiscalía, la Gobernación y terminaron su aventura en el Comando de la Policía Metropolitana.