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Pronto se cumplirán tres años desde aquel 3 de enero de 2022, lo que debió ser una fecha inolvidable para Luis Javier Rodríguez, por lo que este preparó como una hermosa propuesta para pedir matrimonio a la orilla de la playa, y bajo la luz de las estrellas, pero que terminó en un siniestro vial en el departamento de La Guajira, donde quedó herida de gravedad su pareja Julissa Palma.

Han transcurrido muchos días en los que este economista bogotano –pero criado en la ‘Puerta de Oro’– no deja de imaginar aquella escena que cambió el rumbo de su vida y de su relación. Mismo periodo de tiempo en el que las autoridades no han entregado una respuesta oportuna, ni el presunto responsable se ha hecho cargo por lo sucedido.

“¿No vas a responder por el accidente en el que casi nos matas?”, fue quizás la única pregunta que Rodríguez le hizo en su tiempo a Ítalo José Natanael De Luque Ospina, administrador de la agencia que contrataron para llegar a su destino, quien solo se limitó a responder que “los casi no existían”.

Esto sin mencionar que Ítalo, minutos después del accidente, montó unas historias a sus redes mostrando la camioneta totalmente destruida y diciendo que “todo pasaba porque era el destino de Dios”. “No nos detiene nadie”, se refirió a su negocio mientras explicaba que no sabía cómo se había volcado el vehículo perteneciente a su compañía.

El drama

“Contraté a una agencia de turismo llamada ‘Nina Kite’ para hacer un tour en La Guajira. La idea era que nos llevaran al Cabo de la Vela para proponerle matrimonio a Julissa. Sin embargo, la camioneta se volcó en el kilómetro 132 de la vía a Puerto Bolívar, literal en medio del desierto”, recordó Luis Rodríguez sobre el caso.

“Íbamos a altas velocidades, los cinturones de seguridad traseros no servían y antes de iniciar el recorrido el dueño de la agencia (Ítalo) nos mencionó un problema que tenía en una de sus llantas. Fuimos a un taller y me enfoqué en mi tema de lo que necesitaba para la propuesta mientras la arreglaban”, agregó el economista.

Luego de concluir el arreglo y de emprender nuevamente el rumbo, según la versión del hombre, este se inquietó por la inestabilidad del vehículo y exceso de velocidad del conductor. Hubo preguntas, pero no fueron respondidas. Luis Javier y Julissa se agarraron fuertemente las manos. Hubo tensión y, de un momento a otro, sucedió lo inesperado.

“Dios mío”, fueron las últimas palabras que, según Julissa Palma, pareja de Luis Javier Rodríguez, escuchó segundos antes del siniestro. Estas no fueron pronunciadas por su compañero de vida, quien como ella no comprendía a ciencia cierta lo que sucedía, sino por la acompañante del conductor Ítalo, que, pese a sus maniobras, no pudo evitar que el carro se volcara violentamente en esta zona desértica.

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Fueron segundos que se sintieron como horas, donde finalmente la preocupación escaló totalmente hacia el desespero.

“Cuando nosotros estábamos en camino, antes de que sucediera, yo le pregunto a él (Luis) que a cuánta velocidad íbamos. Yo sentía que era demasiado rápido para ese camino destapado. Allí es que recuerdo la voz de la muchacha (acompañante de Ítalo), ya cuando reaccioné nuevamente abriendo los ojos, todos estaban pidiendo auxilio. Una persona me estaba intentando ayudar”, contó Julissa.

JOSEFINA VILLARREAL HERRERAJulissa Palma habla del accidente.

“Levanté la mirada y veo que todo mi hueso (tobillo) está afuera, expuesto, pensé que no podía ser posible lo que estaba pasando. Solo pensaba en mi pie, no me pude partir otra parte del cuerpo sino el pie”, lamentó la mujer. Ahí sintió que carrera de bailarina profesional se acababa.

En pleno desierto, con pocos vehículos en tránsito, y como si todo fuera una película dramática, de acuerdo con Luis Javier, este al observar la agonía de su novia, aprovechó la ayuda de una camioneta que pasó por el lugar y se fue con su pareja para un puesto de salud en Puerto Bolívar. Desde ese instante no volvió a ver ni a saber más a la persona que había contratado, ni tampoco a la camioneta en la que se accidentaron. Todo se complicó además por las remisiones autorizadas a Julissa, que finalmente fue trasladada a Barranquilla para una operación de urgencia.

Sueño apagado

Para Julissa su cuerpo era lo más importante, el principal tesoro, la fuente de trabajo. Su profesión de bailarina le exigía cuidarse, algo que hacía con extremo cuidado: “Es una de las cosas que más me duele en todo este proceso. Me cuido desde que comencé mi carrera. Sabía que tenía que prestarle atención a mis rodillas, tobillos y caderas para tener una vida larga como bailarina. No es mentira que nosotras en poco tiempo nos lastimamos”.

“Esa era mi ventaja. En las clases de ballet nunca tenía dolores, mis compañeras se la pasaban quejándose. Ahora, todos los procedimientos que me hicieron estaban llenos de dolor. Estar en una UCI es algo horrible, puedes ver como la persona que tienes al lado se muere. Máquinas van y vienen, de pronto miras a la cara a tus familiares, sabiendo que no te dicen la verdad de tu estado de salud. Fue un momento demasiado feo que no se lo deseo a nadie”, juró.

Una de las cosas que llena de tristeza a Julissa fue no encontrar una respuesta empática por parte del señor Ítalo De Luque Ospina ante la situación que estaban viviendo ella y todos sus allegados: “Yo no podía creer que no se acercara a mi familia, así fuera para decir que lo lamentaba o en qué podía ayudar. Quizás no es tan grave para el resto, pero personalmente me pone el corazón chiquitico”.

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De hecho, esa misma decepción ha jugado a favor en decirle muchas veces a Luis Javier que abandone todos sus deseos de justicia en este particular episodio, en empezar de nuevo: “Le he dicho varias veces que todo es muy abrumador, que se están haciendo muchas cosas y la justicia no está avanzando. Sin embargo, le agradezco mucho que no desista. No me siento competente para hacer lo que él sí. Ha sido mi apoyo total desde que pasó el accidente, mi bastoncito”.

Fuera de todo, la lucha más importante que Julissa viene librando está relacionada con los fantasmas en su mente que le repiten que su carrera llegó a su fin. Lo que trabajó durante años, al parecer se esfumó en un momento por un accidente que no estuvo en sus pronósticos.

JOSEFINA VILLARREAL HERRERALa pareja ahora solo espera que por fin se haga justicia.

“No estoy trabajando, tengo una lesión importante en el tobillo y sigo con mis terapias. Estuve en todas las operaciones que me tenían que hacer, pero quedé con secuelas. Por ello, utilizo silla de ruedas en ciertas oportunidades”, apuntó.

“Los especialistas me dijeron que no creen que pueda volver a bailar, el dolor no me va a dejar. Aún no acepto eso. Todavía tengo la ilusión de encontrar una forma de recuperarme, es importante para mí. Toda mi vida giró en torno a la danza, por lo que es difícil ahora preguntarme cuál será mi otra pasión. Siempre di clases o bailé. Este proceso en estos momentos me afecta, psicológicamente, me mata. No puedo hacer lo que quiero hacer”, puntualizó.

¿Justicia?

Pese a la posición de Julissa, en insistir en un borrón y cuenta nueva, Luis Javier no se rinde y busca que se haga justicia por lo sucedido. Que la ley castigue a esos negocios que ofrecen un servicio, pero que exponen a quienes los contratan.

“Yo interpuse una denuncia en enero del 2022 y no se ha logrado realizar la audiencia de imputación de cargos (Ítalo no se presentó a la primera cita acordada). El caso está próximo a cumplir tres años y no hay avances en el tema. Esta persona (Ítalo) se fugó del sitio y tampoco hay informe de la Policía. Supimos que este tampoco tenía licencia de conducir. Hablamos de un trabajador que lleva más de siete años ofreciendo un servicio, aún con videos en redes sociales en los que sale manejando y mire lo que pasó”, reclamó el hombre.

Luis Javier Rodríguez ha intentado mover cielo y tierra para ser escuchado e impedir que muchas más personas pasen por lo mismo. Su gestión llegó a la mesa de las autoridades civiles en La Guajira, de las cuales dice que “lo han ignorado”.

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“Casi nos matan y no pasa nada, nadie asume las consecuencias. No puedo quedarme con los brazos cruzados. Hemos intentado enviar derechos de petición a los entes locales, quienes deberían velar por el cumplimiento de requisitos, pero no pasa nada. Simplemente nos ignoran, aun hablando de una empresa que no tiene registro nacional de turismo para ofrecer este tipo de servicios. Hay trabajos que no se hacen hasta que pasan las tragedias”, exhortó.

JOSEFINA VILLARREAL HERRERALuis Javier le entregó el anillo de compromiso a su novia en la UCI.

“Afirman que uno debería estar atento a lo que contrata, pero cuando ves a unos prestadores de servicio en redes sociales donde todo pinta bien, nunca se toma uno el trabajo de pensar si tienen licencia, seguros o permiso, cosas elementales. No siempre se tiene la oportunidad de verificar estas informaciones al realizar un viaje. Quizás esto sea un mensaje indirecto a todos los que cumplen la ley, que pueden seguir haciendo las cosas normalmente sin hacerlo. No habrá sanciones ni nada”, añadió.

Finalmente, Luis aclaró que se siente desamparado por las autoridades. “Nos sentimos desamparados por las autoridades. Se quiere promover el turismo en una región en la que no se puede garantizar que los trabajadores tengan sus papeles en regla. Pueden tener unas playas muy bonitas, pero ahora mismo no le recomiendo ir a nadie. Nadie te garantiza nada en caso de un siniestro”, culminó.

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