Desde un principio el 2024 empezó con el pie izquierdo para la mujer atlanticense, pues no habían transcurrido sino horas del nuevo año cuando Jessica Martínez Castro, vecina del barrio Bellarena, en el sur de Barranquilla, resultó baleada mientras celebraba con amistades el momento festivo en la terraza de una vivienda. Un impacto en la cabeza la mandó a una uci y, días más tarde, murió.
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Pero mientras la mujer de 33 años se debatía entre la vida y la muerte en Barranquilla; en Sabanagrande, oriente del Atlántico, sí se configuró el día 2 de enero el primer homicidio de una mujer en este territorio: se llamaba Jessica Paola Barandica Carrillo y tenía 35 años.
Sobre el crimen, las autoridades policiales señalaron que un sujeto llegó hasta la puerta de su domicilio y, luego de tocar, fue Jessica Paola la que abrió y el desconocido le dio un mortal balazo en la cabeza.
Los móviles no fueron claros desde un principio, pues para la comunidad la mujer se dedicaba a la docencia, pero a través de líneas investigativas detectives dieron con que la víctima se relacionaba presuntamente con la estructura criminal ‘Los Pepes’, en el propio Sabanagrande, y era conocida como ‘Jenny Pao’.
Con los días, la violencia extrema contra la mujer fue ganando mucho más terreno y para febrero ya se contabilizaban diez víctimas fatales en todo el Atlántico. De ese rubro hizo parte Leidy Dianis Rincón Díaz, alias la Mona, de 29 años, quien perdió la vida en un hecho de sicariato el 3 de febrero en el barrio Los Caracoles, también en Sabanagrande.
Con su deceso, que alertó a una comunidad poco acostumbrada a los registros de muertes violentas, las autoridades confirmaron una compleja criminalidad femenina apoderada de distintos escenarios del Departamento.
De acuerdo con la Policía del Atlántico, alias la Mona había sido capturada en 2022 y en los registros judiciales figuraba como una “jefe de zona” de la organización delictiva ‘los Costeños’.
Se tiene claro que ‘los Costeños’, con presencia fuerte en todas las localidades de Barranquilla y en su área metropolitana, se disputan rentas criminales con los temibles ‘Pepes’, una facción creada tras la división entre Jorge Eliécer Díaz Collazos y Digno Palomino Rodríguez, socios otrora en el crimen.
Posiblemente el homicidio de Leidy Dianis fue en retaliación por la muerte de Jessica Paola Barandica. Esa fue una de las hipótesis.
Cabe recordar que expertos en seguridad consultados por este medio aseguraban meses atrás que la vendetta entre ‘Pepes’ y ‘Costeños’ dejaron al menos entre 700 y 800 muertes, en hechos de sangre registrados entre marzo de 2022 y diciembre de 2023. Y que esa pugna extendida en este 2024 elevaba mucho más esa cifra.
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Para ese momento, los especialistas indicaron además que existía una preocupación por la participación de mujeres y, más que todo adolescentes, en esta guerra.
En esa línea, analizaron cómo la falta de oportunidades las llevaba a entrar inicialmente al mundo del microtráfico, al cobro de extorsiones, el sicariato y a actividades ilegales, y allí era cuando todas quedaban en medio del fuego cruzado.
Al cierre del primer semestre de 2024 el departamento del Atlántico ya había igualado la cifra de mujeres asesinadas en los 12 meses de 2023: el número llegó a 41 homicidios y seis de estos fueron catalogados como feminicidios.
Feminicidios, otro capítulo
En cifras reveladas días atrás por la directora de la Regional Atlántico de Medicina Legal, Marjorie Cervantes, en medio del tercer Congreso Regional de No Violencia Contra la Mujer, se expuso que solo entre el sicariato, el ajuste de cuentas y el feminicidio, entre otras circunstancias, se habían cobrado las vidas de 34 mujeres en Atlántico, entre enero y octubre del presente año. (Ver infografía).
Precisamente el 21 de enero se registró el primer caso de feminicidio en Departamento y tuvo lugar en Soledad, cuando resultó como víctima fatal en la urbanización El Río Limcy Zulmira De Moya Villanueva, de 40 años.
Al parecer, una pareja de la mujer ordenó su asesinato cuando esta decidió no ir a visitarlo a la cárcel.
Otro hecho que captó la atención de la ciudadanía fue el feminicidio de Lorena Patricia Avendaño Urueta, la comerciante de 41 años de edad que vivía en el municipio de Usiacurí. La mujer murió asfixiada a manos de su pareja en la madrugada del martes 5 de marzo dentro de una vivienda del barrio Salsipuedes.
El municipio se paralizó temporalmente. No era para menos, se trataba de una hija de esta pequeña población y por lo que representaba haber tenido que avizorar la muerte violenta de una mujer, lo cual no ocurría en al menos los últimos 50 años. Casualmente ese episodio también habría derivado de un caso de violencia intrafamiliar.
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Pero sin duda dos de los hechos que más estremecieron a los atlanticenses fueron las muertes en junio de Yina Paola Ariza, en Tubará, y Lilia Rosa Pertuz Castro, en Santo Tomás, ambas decapitadas por hombres.
Meses después se reportó el feminicidio de Gina Paola Rivera, una mujer que fue reportada como desaparecida desde el 19 de julio y luego fue hallada muerta y enterrada en una casa de Ciudad Paraíso, en Soledad. Por su muerte vincularon a un hombre llamado Deiser Toloza, también presuntamente involucrado en Soledad en el extravío de otra mujer de El Carmen de Bolívar.
Con la preocupación por el creciente número de homicidios dolosos en el Departamento, que hasta el jueves anterior sumaba 771 casos, superando el rubro de 2023, cuando hubo de enero a diciembre 769 eventos, movimientos sociales solicitaron a las autoridades civiles que se gestionen estrategias para prevenir casos de homicidios y que se declare una emergencia por la violencia de género. Esto ya se proyectaría para el año que viene. El 2024 ya es caso perdido.