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¿Un año para el olvido o para analizarse? El 2024 cerró con cifras alarmantes en relación a homicidios dolosos en todo el departamento del Atlántico, al contabilizar al menos 948 casos —rubro más elevado en los últimos cinco años—, bajo esta variable que se refiere a la acción de causar la muerte de otra persona con intención, es decir, con conocimiento y voluntad de realizar el acto.

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De ese número global, Barranquilla y su área metropolitana registraron 871 eventos, de acuerdo con los indicadores del Instituto de Medicina Legal, los cuales fueron un poco distintos a los de la propia Policía Metropolitana, que sumó en su jurisdicción para todo el periodo 846 casos. Esta diferencia, al parecer, estaría enmarcada en otros tipos de muertes violentas o por establecer.

Y para tenerlo en cuenta, solo en el último mes del año que expiró recientemente se cometieron en Barranquilla y su área metropolitana 88 homicidios, de acuerdo con la Policía, elevando este periodo catalogado como festivo, de unión y de alegría como uno de los más violentos de todo 2024.

Frente a las cifras de dos y tres dígitos, autoridades y expertos sostienen la teoría de que toda esa cantidad de muertes sigue siendo el resultado del infinito combate entre estructuras criminales locales como ‘los Costeños’, ‘los Pepes’, el ‘Clan del Golfo’ y actores que se pensaban extintos como ‘los Papalópez’.

CortesíaAl menos 341 actos criminales fueron cometidos por sujetos en moto.

El general Edwin Urrego, comandante de la Policía Metropolitana, en entrevista con EL HERALDO, afirmó que de ese universo de víctimas en el área que vigila hubo 728 que perdieron la vida bajo la modalidad de sicariato, algo extremadamente contrastante si se mira la cifra de muertes por riñas que llegó a 67 víctimas fatales.

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“¿Quiénes son las víctimas por los hechos sicariales? Las víctimas de los hechos sicariales, el 53 %, que eso se refiere a 449 casos, tenían anotaciones o antecedentes judiciales por diferentes delitos. De ese 53 %, el 48 %, es decir 408 casos de homicidio, nosotros los teníamos relacionados que hacían parte de las estructuras criminales, de esas cuatro estructuras criminales que estoy diciendo. De ‘los Costeños’ hubo 272 afectaciones (muertes). De ‘los Pepes’, 116. De ‘los Papalópez’, 8, y del ‘Clan del Golfo’, 12″, detalló el alto oficial.

Según Urrego, eso da la lectura de un enfrentamiento entre las estructuras y, así mismo, el ajuste de cuentas entre miembros de las mismas.

Ante eso puso de ejemplo el caso ocurrido en Soledad en la segunda semana de diciembre, cuando se registraron dos de sicariato en un lapso de 5 horas.

El primero de estos episodios ocurrió faltando menos de media hora para las 2:00 p. m., en el barrio El Cortijo: dos individuos en moto atacaron a balazos a Farid Alberto Torres Salcedo, de 26 años y conocido con el apodo de ‘Faricito’.

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Según lo manifestado por testigos, el hoy occiso se encontraba en la parte externa de su vivienda, realizándole un mantenimiento a un motocarro, cuando fue abordado por dos sujetos que se movilizaban en una motocicleta. El parrillero se bajó, esgrimió un arma de fuego y la accionó en repetidas ocasiones contra la humanidad de la víctima.

EL HERALDO

Tras el ataque, Farid Torres fue trasladado hasta el Hospital Materno Infantil 13 de Junio, donde confirmaron su deceso.

Por este caso se aprehendió a un menor de 16 años que portaba un revólver calibre 38 con cuatro cartuchos percutidos.

Luego, hacia las 7:00 de la noche, en el barrio San Antonio, en el sector conocido como El Bajito, se presentó el asesinato de un adolescente.

Testigos dijeron que este joven caminaba por la zona y sujetos en moto le dispararon hasta segarle la vida.

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Después de unas horas, las autoridades establecieron que la víctima se identificaba como Esnaider Junior Padilla Donado, de 17 años de edad.

Además hallaron información relacionada con que este adolescente era hermano del menor detenido por el crimen de Farid Alberto Torres Salcedo.

Una de las líneas de investigación de las autoridades asoció los dos crímenes con disputas internas entre presuntos miembros de la estructura criminal ‘los Costeños’.

EL HERALDO

Al parecer, el menor aprehendido sostuvo una riña en días anteriores con Farid Alberto Torres y lo ultimó al mediodía del jueves, acción que no fue de agrado de mandos medios de ‘los Costeños’, por eso decidieron quitarle la vida.

Pero, según el general Urrego, la situación no paró allí, pues cuando la madre del adolescente asesinado llegó a reconocer el cuerpo y a indagar por su otro hijo aprehendido se le detuvo a ella porque tenía una orden de captura vigente por concierto para delinquir.

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“Cuando uno analiza diferentes variables que se manejan dentro del homicidio, encontramos que, por ejemplo, los hechos de intolerancia bajaron. Digamos, los homicidios por intolerancia bajaron. Y bajaron un 23 %. Y hay otro dato que nos aparece, en medio de todo, disminuyó, fue el de los homicidios que se generaban dentro de un atraco. Esos casos que son personas de bien, que son objeto de un atraco y en el atraco son asesinadas. Ahí tuvimos una disminución del 50 %, comparado con el 2023″, expuso.

En el caso de los municipios del Atlántico que están bajo la vigilancia de la Policía Deata, que son 18 en total, los homicidios aumentaron en 27 casos al pasar de 50 a 77 registros.

Algo para analizar entre autoridades departamentales fueron las guerras entre estructuras criminales de Barranquilla y su área metropolitana que se extendieron hasta la zona oriental del Atlántico, situación que aumentó el número de muertes por sicariato en territorios como Sabanagrande, Santo Tomás y Palmar de Varela, que antes no tenían o eran pocos los homicidios bajo esta variable.

Por ejemplo, en el municipio de Sabanagrande se reportaron asesinatos de cinco mujeres y dos hombres, y en seis de los casos actuaron criminales a sueldo.

Basta recordar el hecho ocurrido en Semana Santa, cuando criminales irrumpieron en el conjunto residencial Ciudadela Santa Sofía, en la población, y atacaron a balazos a una pareja que estaba en un inmueble.

Una de las víctimas fue Lennier Dave Gómez Villa, de 34 años. Aunque en redes sociales se identificaba como Diana Morantes, oriunda de Barquisimeto, Venezuela.

La otra persona muerta fue Jorge Luis Padilla Mejía, de 23 años y conocido con el alias de Jorgito dentro de la organización criminal ‘los Pepes’.

Primero se dijo que este hombre estaba con la mujer, pero luego surgió la hipótesis de que habría sido uno de los victimarios que murió al enfrentarse con el verdadero acompañante de la mujer asesinada.

Ese episodio también se atribuyó a enfrentamientos entre ‘Pepes’ y ‘Costeños’.

Más análisis

El profesor e investigador académico de la Universidad del Norte Luis Fernando Trejos llama la atención de las autoridades sobre una violencia local que parece ser cada vez de mayor intensidad, con mayor sevicia y con mayor visibilidad.

En ese sentido señala que Barranquilla ha pasado de ser una ciudad en la que los grupos armados se enfrentaban silenciosamente a exteriorizar lo que cometen.

“Hay una tendencia que empezó a hacerse común en el 2023 y se asentó en 2024: es la utilización del río como lugar de exposición de los cuerpos con signos de violencia. Siempre existe la posibilidad de que empeore que casualmente todas estas personas hayan sido el resultado de homicidios no conectados y lanzados al río. No obstante, nosotros creemos que este es otro patrón de la violencia del crimen organizado”, sugiere el docente.

¿Por qué el río? Trejos señala que todo son conjeturas, “pero creemos que hay tres razones por las que esta práctica es atractiva para el crimen organizado. Primero, desterritorializa el homicidio al hacer más difícil identificar con exactitud dónde sucedió. La aparición de un cuerpo torturado en un barrio permite hacer conexiones de forma más sencilla: si este es controlado por un grupo armado específico, es difícil que otros grupos hayan podido llevar un cuerpo hasta allí sin una reacción inmediata”.

Por el contrario, de acuerdo con el experto, al lanzarlos al río, hacer esas conexiones puede tomar más tiempo o nunca pasar. Segundo, el agua del río también ayuda a eliminar todavía más la evidencia que podría ayudar a rastrear a los autores del hecho.

Finalmente, y quizá lo más interesante para su argumento de la violencia extraletal, el río es un escenario que multiplica con fuerza el mensaje que se quiere enviar. Encontrar un cuerpo torturado en el río es, en sí mismo, un acto que causa horror en la población. “El lugar es indeterminado, pero eventualmente aparecerá y será noticia. Lo que creemos es que, aunque este hecho causa confusión institucional, en el mundo criminal debe ser claro quién envía y quién recibe estos mensajes”.