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Al menos 100 personas cantaban a todo pulmón la salsa del maestro Willie Colón ‘Gitana’, sin importar el sol que les golpeaba de frente, ahora un poco aplacado por la brisa de época del año. Otras vitoreaban y aplaudían en dirección a un pequeño ataúd que cargaban adultos, por la mitad de una carretera y, entre todos, obstaculizaban el tráfico.

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En ese pequeño féretro iba el cuerpo sin vida de Jeikol José Acosta Benítez, un niño de tan solo 6 años de edad, que, con su corta edad, logró conquistar el corazón de sus vecinos del barrio Rebolo cada vez que lo veían correr de un lado a otro con una enorme sonrisa.

Siendo las 2:00 p. m. del pasado jueves 16 de enero, todas esas personas iban sobre la calle 17 rumbo hacia el Cementerio Católico Calancala. La canción del hijo del Bronx, que se repetía en el trayecto, era la preferida del niño. Siempre la cantaba junto a su madre.

Entre las personas que marchaban se observaban rostros de adultos, adolescentes e incluso otros menores que gritaban al cielo el nombre del fallecido, como en búsqueda de una respuesta al dolor que los aquejaba en ese momento.

Al llegar a las puertas del cementerio, las personas se tomaron un minuto de silencio antes de ingresar y fue ahí cuando empezaron a escucharse cientos de aplausos al unísono.

Aunque era un momento difícil, muchos de ellos recordaban las anécdotas que Jeikol les había logrado dejar estando en vida, recordándolo como alguien muy alegre y enérgico que le gustaba compartir con los amiguitos que tenía por la casa.

El caso

Uno de los sucesos más dramáticos en territorio atlanticense en este arranque de 2025 sucedió esta semana en el sur de Barranquilla, cuando un accidente casero llevó a la muerte al niño Jeikol José.

El pasado 13 de enero, el menor se había levantado como de costumbre, saludando a su madre entre bostezos y con una enorme sonrisa.

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El reloj marcaba las 9:40 a. m., cuando sintió hambre, por lo que fue hasta donde su progenitora para decirle cálidamente: “Mami, tengo hambre”, a lo que la madre le pidió que fuera paciente, mientras terminaba de vestirse.

El menor vivía junto con su madre en una casa ubicada en la calle 15 con carrera 25, en el barrio Rebolo.

Sin embargo, con esa insistencia de niño, en un segundo intento, Jeikol fue hasta el baño donde se estaba cambiando su madre, repitiendo el mismo mensaje esta vez un poco más inquieto: “Mami, tengo hambre”, a lo que su madre le dijo; “¿Jeikol no te puedes esperar?”, y fue ahí cuando el menor se dirigió hacia la cocina.

Por el hambre, que iba creciendo cada vez más, obligó al pequeño a embarcarse en una búsqueda de alimentos por cada rincón de la cocina, incluso trepando una silla que le permitió observar aún más el panorama.

Fue ahí cuando sus ojos divisaron como un ‘tesoro’ que permanecía oculto entre los trastes una botella plástica de gaseosa Big Cola que contenía un líquido llamativo de color rojo. Sin pensarlo dos veces, Jeikol José destapó el envase y se dio un par de tragos. Lo que él no sabía era que ese líquido rojizo no era el dulce refresco sino desengrasante ácido para metal.

Todo quedó en cámara

Una cámara de seguridad del domicilio registró los momentos de angustia que vivió Maire Benítez, al encontrar a su hijo vomitando por toda la casa mientras le pedía ayuda.

En video quedó registrado el momento en que la madre carga a Jeikol y corre apresurada hasta el centro médico.

Aterrorizada, su progenitora le preguntó qué había ingerido, pero el menor vagamente pudo esbozar unas cuantas palabras diciéndole: “No sé mami”, por lo que ella corrió rápidamente hasta la cocina.

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Fue ahí cuando vio en el suelo la botella de Big Cola, casi vacía, hasta que su hijo se acercó y le señaló el recipiente plástico.

Rápidamente Benítez lo cargó en brazos y corrió en dirección al centro asistencial más cercano. Uno de los vecinos al percatarse de la situación tomó su moto y logró alcanzarla, llevándola junto con el niño hasta el Paso de La Luz-Chinita.

¿Una larga espera?

La abuela del menor, en diálogo con EL HERALDO, denunció que el niño había ingresado al centro asistencial y los médicos, al parecer, no le habían brindado la atención adecuada, muy a sabiendas que estaba intoxicado por un químico. Aseguró que lo canalizaron con un suero que, para ella, fue de poca ayuda ante la gravedad del asunto.

“Esto fue un caso de negligencia médica, cómo es posible que el niño ingresó a las 10:00 de la mañana y no le hayan hecho un lavado porque supuestamente estaban a la espera de que la EPS diera la autorización porque no había habitación. Ese niño entró al centro asistencial y no contaban con lo necesario para atenderlo”, expresó.

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La mujer afirmó que incluso habló cara a cara con el niño y lo encontró arropado encima de una camilla, sin mayor tratamiento que la solución intravenosa.

“Cuando llego, encuentro al niño aún con signos vitales y le pregunto si estaba bien. Él me respondió que sí, pero que tenía hambre, al rato regreso y lo veo muy mal, pálido y con el estomaguito hinchado. Llamé a un doctor y le dije que le colocaran algo mejor que una simple dextrosa. Fue ahí cuando empecé a inquietarme porque estaban dejando morir a mi nieto y a ellos parecía no importarles”, agregó.

Mientras tanto, afuera del centro asistencial, una turba amenazaba con ingresar, luego de que se filtrara un video por las redes sociales en el que se veía al mismo Jeikol diciendo que no lo querían atender.

La situación escaló a tal punto que se necesitaron más de 21 uniformados para blindar los alrededores del Paso tras la ofensiva de las personas que poco a poco se iban acercando al centro hospitalario.

Luego de estar agonizando por su vida durante más de cuatro horas, el menor acabó falleciendo a las 2:50 de la tarde, en la clínica Adelita de Char, centro médico al que había sido remitido.

No es el primer caso por intoxicación

Esta no sería la primera vez que un menor muere al ingerir una sustancia tóxica. Debemos retroceder un poco y trasladarnos hasta el año 2022, cuando una niña de tres años murió luego de haberse intoxicado al ingerir un veneno para hormigas.

El hecho se registró en la carrera 9 con 98D, en el barrio Las Malvinas, suroccidente de Barranquilla, donde aparentemente en un fatal descuido de sus familiares, la menor de tres años de edad ingirió un insecticida utilizado para matar hormigas.

Al año siguiente, exactamente un 19 de febrero del 2023, un niño de dos años murió tras beber un vaso de gasolina. El menor fue identificado como Elián Josué Valdez, de 2 años de edad.

El suceso se registró en el barrio La Playa, cuando el pequeño estaba bajo el cuidado de su tía, a quien sus padres habían dejado como responsable del pequeño para ir a trabajar.

Cerrando el 2024, un menor de dos años resultó intoxicado tras haber ingerido fósforo blanco durante las celebraciones de la ‘Noche Buena’.

El caso se registró en el barrio Ciudadela 20 de Julio, localidad Metropolitana de barranquilla, cuando su entorno familiar manipulaba pólvora.

Afortunadamente el menor fue trasladado con tiempo al Camino Adelita de Char y logró recuperarse.

Debemos tener en cuenta que estos casos son categorizados como accidentes caseros, algunos de ellos entran en la categoría de muertes accidentales, mientras que otros como lesiones accidentales.

Amenaza para menores y adolescentes

Las cifras de Medicina Legal conforme a las lesiones y muertes accidentales en niños y adolescentes en todo el territorio nacional muestran un panorama que debe mantener en alerta a los adultos y cuidadores.

A lo largo del 2023, entre los meses de enero a noviembre se registraron 423 casos por lesiones accidentales en todo el país de niños, niñas y adolescentes.

Y ya en el 2024 se mostró una leve disminución frente al número de lesionados en el mismo periodo revisado, detectándose 389 casos, logrando una reducción de 34 casos frente al 2023.

Ahora bien, en el caso de las muertes accidentales bajo estos mismos parámetros se conoció que murieron 421 niños y adolescentes en el 2023. Y en el caso del año que acaba de terminar se tuvo una mejora significativa, reportándose 353 muertes, disminuyendo a 68 casos la cifra del año antepasado.

Cabe reseñar que las muertes accidentales ocupan el tercer puesto en la línea de causas de muertes de niños y adolescentes, siendo solo superado por homicidios y accidentes de tránsito.

Profundizando aún más en las estadísticas sobre muertes violentas de acuerdo al grupo de edad y manera de muerte, observamos que la población infantil es la directamente afectada por este flagelo.

Comprendiendo así el informe de Medicina Legal, de 0 a 4 años de edad, fallecieron 157 niños en muertes accidentales entre enero y noviembre del 2024.

Mientras que de 5 a 9 años de edad, se registraron 58 muertes bajo ese mismo periodo. Muy por encima de homicidios y accidentes de transporte.

Al profundizar un poco sobre las ciudades que más registraron muertes de tipo accidentales de menores en Colombia durante el 2024, observamos que Barranquilla ocupó el puesto número 2 con cinco muertes, siendo superada únicamente por Bogotá, que registró 10 fallecidos.

A estas ciudades le siguió Cartagena con 7 casos, Cúcuta y Santa Marta con 6 y finalmente Cali con 5 muertes.

En la categoría de lesiones accidentales, Barranquilla nuevamente ocupó el segundo lugar con 13 casos registrados, Bogotá puntuó de primera con 86, Cali con 19 y Bucaramanga con 14.

Para el año 2022, las muertes accidentales según mecanismo causal y sexo de la víctima en la infancia y adolescencia, fueron de al menos 287 muertes por electricidad y 273 muertes por tóxicos, todas estas estadísticas registradas a nivel nacional. Se conoció un total de 1.424 casos de lesionados con escenario tipo vivienda.

Recomendaciones en el hogar

Para la experta Senith M. Beleño, médica y magíster en toxicología, la idea es convertir su casa en un sitio seguro para todos los miembros de la familia, sin desechar o abstenerse de utilizar esos productos que son importantes para el control de plagas, insectos o bacterias.

Para ello sostiene que entre las recomendaciones para convertir el hogar en el sitio más seguro contra las intoxicaciones “los medicamentos y productos de uso doméstico manténgalo en sus envases originales”.

“Es peligroso transferirlo a otro recipiente como botellas de bebidas gaseosas u otros recipientes utilizados normalmente para conservar alimentos o bebidas, por el riesgo de que se confunda con un alimento o una bebida o a la inversa”, advierte.

Los venenos, especialmente los cebos para matar ratas o cucarachas, de acuerdo con la experta, deben de estar “lejos de los productos alimenticios, esto con la finalidad de que no se puedan confundir con los alimentos”.

“No guarde medicamentos, productos de aseo, o venenos cerca de los alimentos o bebidas, un niño puede creer que son cosas que se pueden comer o beber. Incluso un adulto puede pensar que es comestible o ingerible sin comprobar de antemano lo que hay dentro. También existe la posibilidad que esta sustancia se derrame sobre algún alimento, con un alto riesgo de que se pueda intoxicar”, finaliza.