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La fuga de los siete menores de edad del Centro de Reeducación ‘El Oasis’, con ayuda de cuatro sujetos armados de ‘Los Costeños’, ha sido, de lejos, una de las situaciones más sensibles conforme a la seguridad en la ciudad de Barranquilla y su área metropolitana en el reciente año.

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No solo por el tema de la deficiencia en materia de personal privado para resguardar a los adolescentes en el recinto, sino por el interés de quienes organizaron el plan de escape para liberar a los hoy fugitivos.

El Comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, Edwin Urrego, reveló durante una rueda de prensa que todos esos menores de edad que escaparon “son integrantes de la estructura ‘Los Costeños’ que, desafortunadamente, habían sido instrumentalizados por ellos y habían sido capturados por homicidio”.

Pero, ¿cuál es la razón por la que se habría ordenado la urgente liberación de estos jóvenes del Centro de Reeducación?, la respuesta parece ser más sencilla de lo que parece: la falta de sicarios en las calles.

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Todo parece indicar que en lo más alto de la estructura comandada por Jorge Eliecer Díaz Collazos, alias Castor, se habría ordenado esta misión de rescate a un grupo selecto de hombres en los que se guarda entera confianza.

La fuga de los siete muchachos

De acuerdo con el general Urrego, el plan inició en horas de la madrugada del pasado lunes 3 de marzo. Había eventos masivos en la ciudad por Carnaval y, en los barrios populares, uniformados trataban de contener a los asistentes que se desbordaban por el licor.

Cuando el reloj marcó las 2:00 a.m., los cuatro sujetos se ‘volaron’ la paredilla del recinto y, con armas de fuego en mano, encañonaron a un reeducador que se encontraba en el centro.

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Estos sometieron al hombre y le obligaron a que los guiara hasta el módulo donde descansaban los adolescentes. Una vez ahí los tomaron y procedieron con la extracción, escapando a bordo de varios vehículos hacia un rumbo desconocido.

Si bien, la situación era crítica cuando se tuvo conocimiento de la fuga de los menores, el escenario empeoró cuando se conoció que dentro del grupo de los adolescentes fugitivos se encontraba alias El Bebé, un joven de 16 años señalado de haber cometido no menos de 11 homicidios en el municipio de Soledad.

La carrera criminal de ‘El Bebé’ comenzó en 2024, cuando se incorporó en las filas de ‘Los Costeños’ cumpliendo hurtos menores y entrega de panfletos extorsivos a comerciantes en el municipio vecino.

No fue hasta que recibió entrenamiento por parte de otros miembros de la estructura para perpetrar atentados sicariales, ganándose con el tiempo uno de los puestos más importantes como gatillero principal.

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Al conocer la magnitud del asunto, el ICBF Atlántico junto con la Policía Metropolitana de Barranquilla y la Alcaldía Distrital, activaron una ruta de seguridad en la que lograron la reaprehensión de dos de los adolescentes prófugos.

La Policía Metropolitana de Barranquilla mantiene la búsqueda de los cinco adolescentes fugados.

La ‘seguridad’ de El Oasis

Una fuente judicial reveló a EL HERALDO que no existe una seguridad como tal dentro del recinto de reeducación de los menores, ya que no está permitido ningún tipo de armas de fuego dentro de la instalación.

“De acuerdo a la ley, en esos centros de reeducación no puede haber personal armado en el interior”, expresó.

Sin embargo, el apoyo de seguridad que recibe este centro es el de la Policía, quienes realizan múltiples recorridos cerca del inmueble con el objetivo de proteger la integridad de los menores que se encuentran dentro este.

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“Hay una articulación con la policía para que hagan rondas, estén pendientes de forma permanente y demás. Incluso, es extraño que se presentara este tipo de situaciones allá, ya que es uno de los centros con menos evasiones e intento de escapes a nivel nacional”, afirmó.

Además, la fuente judicial narró que dentro del Centro de Reeducación El Oasis se encuentran entre 80 y 100 adolescentes que reciben ciertas enseñanzas durante su proceso de resocialización.

“Ahí hay instructores del Sena para el tema de agricultura, mecánica, ahí mismo asisten a sus clases los que no se han graduado del colegio o están retrasados con algún curso, e incluso los que ya se graduaron pueden estudiar carreras en las que aprenden de forma virtual, porque ahí les ponen sus computados con conexión a internet en las que algunos estudian carreras técnicas y profesionales”, añadió.

CortesCentro de Reeducación El Oasis

De cachorros a leones del crimen

Desafortunadamente, los jóvenes que se fugaron de El Oasis fueron instrumentalizados por criminales despiadados para cometer uno de los peores delitos que pueden existir, el homicidio.

Podríamos decir que estos adolescentes fueron instruidos bajo mentes delictivas en las que solo recibían enseñanzas de prácticas ilegales e indebidas para cometer robos, extorsiones y lesiones en contra de ciudadanos a cambio de recompensas como dinero en efectivo, vehículos, teléfonos e incluso estupefacientes. Tentáculos delincuenciales en los que desgraciadamente muchos menores han caído bajo la premisa del obtener tales beneficios en un tiempo corto y sin tanto esfuerzo como en un trabajo honrado.

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Esta incorporación de cachorros a las filas de ‘Los Costeños’ vendría por una simple necesidad de ‘Castor’: aumentar el pie de fuerza en la ciudad y renovar su nómina de sicarios, la cual se ha visto reducida tras los recientes operativos de la Policía Metropolitana de Barranquilla en el mes de febrero, en medio de su estrategia de reducción de homicidios.

Esta se mantuvo enfocada en la priorización de los principales rostros detrás de la estela de violencia y terror en la ciudad que sufrió la ciudad en el mes de enero, dejando como saldo al menos 85 homicidios, cifra que superó la del mes de enero del año anterior cuando las muertes violentas ascendieron a 63 en la misma jurisdicción.

El resultado de esta ofensiva contra el crimen fue positiva, logrando la captura de ocho peligrosos criminales homicidas.

Esta situación no le habría terminado por agradar al cabecilla de ‘Los Costeños’, ya que se afectó al grupo de sus principales gatilleros en medio de la guerra que libra con ‘Los Pepes’, estructura criminal con la que mantienen una lucha interna por dominio de rentas criminales, tráfico de estupefacientes y el control territorial.

Al verse debilitado, ‘Castor’ habría ordenado la pronta liberación de sus cachorros, quienes se han convertido en unas auténticas fieras, ya que es mucho más fácil liberar a un grupo de adolescente de un Centro de Reeducación con poca seguridad que un hombre de la Cárcel La Modelo que permanece vigilado las 24 horas del día.

“Un nuevo nivel”

Dayana Fontalvo, especialista en Gobierno y Políticas Públicas, así como experta en temas de interés de seguridad ciudadana, describe que lo sucedido en El Oasis es una muestra clara de cómo los grupos emergentes han llevado a un nuevo nivel estas dinámicas del reclutamiento juvenil para el microtráfico y otros delitos, operando de manera sistemática y organizada. Con operaciones planificadas, han instaurado en el imaginario colectivo una idea de poder paraestatal, desafiando la autoridad legítima y poniendo en riesgo el sano esparcimiento, el desarrollo educativo y la convivencia ciudadana.

“Lo ocurrido en El Oasis evidencia la sofisticación de estos esquemas de instrumentalización juvenil. Más allá de la simple coacción, han desarrollado estrategias de instrumentalización basadas en el adoctrinamiento delictivo, incluyendo la seducción a través de la promesa de poder social y económico. En este proceso, los jóvenes no solo son inducidos al consumo y distribución de drogas, sino que también son armados para defender territorios y ejecutar acciones violentas en nombre de estos grupos”, asegura la experta.

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Insiste en que no se trata solo del reclutamiento para el microtráfico, sino de una estructura criminal que actúa con precisión quirúrgica: adoctrina, arma y moviliza a los jóvenes como piezas estratégicas en su expansión territorial.

“La reciente fuga planificada de hombres armados, que extrajeron a los jóvenes del lugar, demuestra que estas organizaciones operan con logística y coordinación, desafiando abiertamente la capacidad del Estado para garantizar la seguridad y la convivencia”, añade.

Más que hechos aislados, según Fontalvo, estos episodios revelan un modelo en el que los jóvenes son captados, utilizados y, cuando es necesario, reubicados bajo lógicas de guerra urbana. “La pregunta clave es: ¿qué tan preparada está la institucionalidad para frenar este fenómeno antes de que siga evolucionando y afianzando su control en los territorios?”, concluye.