Se siguen conociendo más piezas del rompecabezas del atentado que acabó con las vidas de Rafael Julio Vega Cuello, conocido como Kike Vega, y sus hijos Ray Jesús y Ronald Iván Vega Daza, y dejó herido a Roberto Carlos, otro hijo de Vega Cuello.
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Los hechos ocurrieron el pasado jueves 29 de junio y desde ese momento los equipos de investigación, algunos de Bogotá, no han dejado pasar un solo detalle para dar con los responsables, además del móvil del crimen, que no es del todo claro, pues si bien se había hablado de la relación o el nexo entre el atentado en Villa Campestre contra el clan familiar y el ocurrido en octubre del año anterior en una cabaña de Punta Roca, otro sector de Puerto Colombia, las autoridades también barajan otras hipótesis para esclarecer el múltiple crimen y dar con los autores intelectuales.
Otro de los detalles que se ha conocido es cómo los sicarios lograron cometer el crimen. Si bien se había conocido que los criminales arrendaron una bodega contigua a la casa en la que se encontraban los Vega Daza, también se estableció que los autores del atentado se hicieron pasar por obreros para estar en el lugar que se encontraba en construcción.
Desde allí los Vega fueron grabados desde el pasado 20 de junio, fecha en que se alquiló el contenedor, con un sistema de videovigilancia. Los criminales sabían cada uno de los movimientos de sus víctimas: a qué hora se reunían, cada cuánto lo hacían y en qué momento estaban más vulnerables.
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Testigos dijeron que los dos individuos se acercaron al conjunto desde una pared colindante con un centro comercial. Lo hicieron por el techo, luego de correr unas tejas. Con la visual del lugar, ubicaron la casa N° 4, aparentemente alquilada por Kike Vega, el patriarca. Allí se encontraban reunidos cuando los asesinos dispararon en repetidas ocasiones contra todos.
En el mismo sitio estaban tres hombres, al parecer, escoltas de las víctimas fatales; Meili Daza Curvelo (madre de los Vega Daza) y un menor de edad. Estos fueron retenidos (adultos), de manera preventiva, para escucharlos en indagatoria.
De igual manera, los asesinos dejaron abandonados en el sitio en el que se realizó la inteligencia no solo dos sino cuatro fusiles calibre 5,56 (dos de estos metidos en una nevera de icopor), además de un teléfono celular con el que supuestamente se avisó que la ‘vuelta’ ya estaba hecha. Todo esto hace parte del material probatorio para descifrar lo más rápido posible la pregunta que hoy todos se hacen: ¿Quién o quiénes dieron la orden para acabar a los Vega Daza?