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Mayarí González desea con ansias que toda esta emergencia sanitaria pase lo más rápido posible. A través de una llamada telefónica su voz se oye con diferentes tonos; hace una pausa, toma aire y suelta una frase que resume la realidad de la vida: 'la muerte, cuando llega, no te pregunta en qué país estás o si tienes dinero para enfrentarla. Solo llega y listo'.

Hace casi dos meses, el 17 de abril, la mujer de 45 años tuvo que despedirse de su mamá, pues falleció a los 77 años en el Camino Universitario Distrital Adelita de Char, en Barranquilla, producto de un paro cardiaco.

Pero la historia no tendría relevancia a no ser porque el deceso de esta mujer pasó a formar parte de los 2.061 venezolanos que han fallecido desde 2017 en Colombia. Cifra que fue revelada recientemente por parte del Instituto de Medicina Legal en su informe ‘Lesiones fatales de ciudadanos venezolanos en Colombia 2017-abril 2020’.

'Mi mamá tenía apenas unos tres meses acá en Barranquilla desde que llegó de Maracaibo. Ella, en Venezuela, estaba en control por varias afecciones de salud (diabetes e hipertensión), pero la situación cada vez empeora, razón que me obligó a mí y a mi hermano a traérnosla para acá', narró González.

Adela Lares, como se llamaba la mamá de Mayarí, había estado recibiendo de parte de sus hijos el dinero para adquirir sus medicinas en Venezuela, pero desde finales del año pasado 'ya no se conseguían las patillas' y las citas para los controles cada vez eran 'más difíciles'.

'Eso nos obligó a traerla. Nunca pasó por nuestras mentes crearle un cargo al Gobierno. Nosotros acá trabajamos y le comprábamos las medicinas. Todo esto estaba en nuestros planes de forma temporal, pero las cosas no salieron como esperábamos y mi mamá murió acá con la esperanza de volver a Venezuela', manifestó González en medio del llanto.

Lares ingresó al centro hospitalario el pasado 7 de abril con afecciones respiratorias, inestabilidad en la presión arterial y en el azúcar. 'Con todo lo de la COVID-19 no me dejaron ver a mi mamá por precaución, pero debo decir que el trato fue bueno, nunca hicieron reparos en que ella fuera venezolana, solo la atendieron e hicieron todo lo posible por estabilizarla', contó González.

El cuerpo de Lares fue cremado por solicitud de sus hijos. 'Eso para poder llevar las cenizas a Maracaibo, una vez que abran la frontera, y hacerle allá sus rezos y el entierro con toda la familia. Si la enterrábamos acá debíamos esperar hasta 4 años para después sacarla y llevarla a Venezuela', señaló la mujer.

Mayarí agradece a las organizaciones de venezolanos en Barranquilla que en todo momento estuvieron pendientes de la situación de su mamá y hasta la ayudaron para conseguir el dinero para los gastos fúnebres.

La historia de esta familia venezolana es solo una muestra de la situación que han padecido decenas de familias venezolanas en Colombia, que se han visto obligadas a cremar o enterrar a sus parientes lejos de su tierra.