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Aunque hasta ahora están registradas oficialmente por lo menos 6,8 millones de víctimas del conflicto armado en Colombia, por hechos de los últimos 30 años, hay una cantidad que a la fecha no ha podido ser reconocida como tal por el Gobierno Nacional. Entre estas se encuentran, en su mayoría, miembros de las fuerzas armadas o familiares que empiezan a recorrer apenas ese camino.

La Ley 1448 de 2011 abrió una luz para que se inscriban y puedan acceder tanto al reconocimiento como a los beneficios contemplados por las normas legales.

Es Barranquilla ya se realizó una primera jornada de atención a víctimas del conflicto armado en Colombia en la que se logró por parte de la Fiscalía inscribió unas 120 personas. Durante los tres días de la actividad, en la Plaza de la Paz, asistieron padres, esposas, hijos, hermanos y hermanas de militares caídos especialmente en enfrentamientos con la guerrilla de las Farc; pero también estuvieron soldados, policías e infantes de marina que resultaron con lesiones que los marcaron para todas sus vidas.

Las víctimas contaron con asistencia sicológica de profesionales que los orientaron y ayudaron a contar los hechos que vivieron ellos y sus familiares. Alfredo Palencia, director territorial de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las víctimas en el Atlántico, entidad organizadora de la jornada, explicó que esta campaña de orden nacional busca identificar únicamente a aquellas personas hayan sufrido un daño por hechos ocurridos a partir del primero de enero de 1985, como consecuencia de infracciones al Derecho Internacional Humanitario o de violaciones graves y manifiestas a las normas internacionales de Derechos Humanos, ocurridas con ocasión del conflicto armado interno.

Tres de los afectados contaron hablaron de lo que les sucedió, de lo que han tenido que vivir desde entonces, y de lo que esperan.

'Ya es tiempo que Colombia tenga un poco de paz'

El 28 de agosto de 1995 los frentes 35 y 57 de las Farc asesinaron al oficial de la Infantería de Marina coronel Alfredo Persand Barnes, cuando junto a otros militares sacaban a los miembros de una familia del corregimiento de El Salado (Bolívar), que estaban amenazados por el grupo armado ilegal. En la emboscada también perdió la vida un soldado profesional. El cuerpo del oficial fue hallado incinerado en el vehículo en el que se movilizaba, razón por la cual quedó prácticamente irreconocible. El hecho hizo que la vida de su esposa, Ivón María Archibold de Persand, que vivía en Corozal, Sucre, con su dos hijas de 15 y 7 años, cambiara radicalmente. Tuvo que salir desplazada del lugar para iniciar una nueva vida en Barranquilla, sin conocer a nadie. 'Me tocó luchar duro, pero de la mano de Dios pude sacar a mis hijas adelante, no ha sido fácil, hay mucho dolor, mucha soledad, son recuerdos muy duros, muy crueles', dice con algo de nostalgia Ivón Archibold.

Para esta mujer, el conflicto armado en el país solo ha dejado muerte, tristeza, llanto, viudas, huérfanos, familias destrozadas y el país envuelto en un completo caos, por lo que considera que 'ya es tiempo que Colombia tenga un poco de paz y que los militares dejen de poner los muertos'. Ivón logró darles educación profesional a sus dos hijas. La mayor está haciendo una especialización en Argentina, y la segunda, quien es comunicadora social periodista, se encuentra en Bogotá.

'Pasé de hacer de todo a estar amputado'

Hanner Ruiz es pensionado del Ejército Nacional. Este hombre de 31 años perdió su pierna derecha luego de pisar una mina antipersona cuando realizaba una operación en la Serranía de La Macarena (Meta). con otros compañeros, pero el único herido fue él. A partir de ese día (2 de marzo de 2008), Hanner asegura que su vida dio un giro de 180 grados. 'Estaba acostumbrado a jugar fútbol, a salir de permiso con mis compañeros para de un día a otro estar amputado'.

Pero pese a perder una parte de su cuerpo, dice que no perdió las ganas de seguir viviendo. Por el contrario decidió seguir llevando una vida normal, aunque reconoce que al principio no fue fácil porque todo el mundo ya no lo miraba igual que antes. Hoy se dedica al oficio del mototaxismo 'para no aburrirme'. Dice que la falta de la pierna no le impide manejar la moto, 'uno se acostumbra y la práctica que ya tengo me ayuda mucho'. Contrario a otros compañeros, Hanner afirma que sicológicamente está bien, ya que en el hospital de Villavicencio tuvo una buena atención médica. Allí le brindaron terapia ocupacional, con lo que lo ayudaron a superar el accidente y no sentirse deprimido al perder una parte de su cuerpo. Como no tenía familiares en el Meta, el Ejército lo trasladó a Barranquilla para que estuviera acompañado de su familia. 'Llegué a la Segunda Brigada donde trabajé un tiempo hasta que me llegó la baja. En el Ejército estuve seis años'.

Actualmente el pensionado camina gracias a un prótesis que le dio el Ejército, institución de la que dice nunca lo ha desamparado, incluso, dice que con el dinero que le dieron compró su casa en la que vive con su esposa y sus cuatro hijos. 'Me siento bien y vivo mi vida normal', concluyó. Ahora espera ser reconocido formalmente como víctima del conflicto que, según dice, espera que tenga pronto final para que historias como la suya no se repitan.

'Uno piensa que los hijos tienen que enterrarlo a uno'

Han pasado casi 11 años desde que Hilda Paternina y José Montaño recibieron la peor noticia de sus vidas: Deivis David Montaño Paternina, el penúltimo de sus seis hijos, murió luego de activar una mina antipersona cuando realizaba un patrullaje en el municipio de Ovejas, Sucre. El hecho fue atribuido al frente 35 de las Farc. El infante de marina de 21 años murió. La mina además le destruyó las dos piernas. En el momento del accidente (27 de mayo de 2004), llevaba 15 meses prestando el servicio militar. 'Él me dijo que quería seguir y que iba a hacer el curso para cabo porque siempre le gustó la vida militar, pero mire cómo es la vida, uno piensa que los hijos tienen que enterrarlo a uno y no uno a ellos', recuerda José Montaño, mientras a su esposa se le escapan las lágrimas.

Y es que para el padre del militar, la mamá de su hijo es la que más sufre, aunque asegura que también lo recuerda y lo extraña mucho, especialmente los 14 de mayo, fecha en que su hijo cumplía años. Ese día le celebran una eucaristía.

'Uno por ser hombre trata siempre como ser fuerte y soportar esto, pero siempre es doloroso y lo más triste es que ya no podemos disfrutar de su presencia', dice José Montaño.

Luego de la muerte de Deivis David, la Armada Nacional les dio una pensión y les brinda atención en salud cada vez que la requieran.

Con relación a la jornada de víctimas del conflicto armado a la que fueron citados desde Bogotá, los padres del infante de marina fueron inscritos como víctimas y ahora debe esperar tres meses para saber si serán reconocidos como víctimas. De ser así, tendrán derecho a la verdad, justicia y reparación; derecho a solicitar y recibir atención humanitaria, derecho a acudir a escenarios de diálogo institucional y comunitario, entre otros beneficios. Por ahora Hilda y José siguen se aferran a Dios, como dicen, mientras se reúnen con su hijo.