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Si los habitantes de Cuestecita pudieran mover el pueblo del mapa de La Guajira, lo hicieran inmediatamente.

Cuestecita es un corregimiento del municipio de Albania y tiene una ubicación estratégica, que podría ser la clave para que su población tuviera grandes beneficios y una alta calidad de vida.

Se encuentra muy cerca de la mina de carbón a cielo abierto más grande del mundo, la del Cerrejón, también está a la orilla de una carretera nacional que une las ciudades de Riohacha y Valledupar, pero además tiene comunicación directa con Maicao y su población es cobijada por un hermoso cerro. (Ver infografía)

A pesar de todo esto, sus habitantes se sienten abandonados. 'La gasolina nos tiene fregados', afirma uno de sus pobladores, pidiendo el anonimato, porque dice que nadie quiere problemas con los vendedores ilegales del combustible.

Es que llegar a Cuestecita, que queda a unos 60 minutos de la capital guajira, es encontrarse con un paisaje compuesto por canecas, tanques, baldes, poncheras, mangueras y cualquier otro recipiente que sirva para almacenar la gasolina que se vende a 5 mil pesos el galón.

También se pueden ver largas filas de camiones, camionetas 350, 650, carros ‘viejitos’ como los Renault 18, renoletas o Maz-das, a los cuales les quitan los cojines para acomodar las pimpinas con gasolina.

Desde Venezuela son varias vías las que utilizan los contrabandistas y casi todas llegan al pueblo, para luego continuar su camino hacia La Paz, en el Cesar, que se ha convertido en el mayor centro de acopio de gasolina.

En esta población hubo un gran incendio el pasado 15 de noviembre, que consumió siete viviendas, tres vehículos y una motocicleta, en el barrio José María Oñate, conocido popularmente como Los Enanos.

La conflagración se produjo cuando estaban pasando gasolina en un ‘burro’ (aparato donde filtran el hidrocarburo) desde los tanques que estaban en una camioneta tipo Triton hacia las pimpinas.

La noticia llegó a Cuestecita y junto a ella, el temor que ahora están sintiendo con más intensidad sus habitantes, por cuanto en sus calles también hay una gran bomba de tiempo que temen pueda estallar en algún momento.

Las rutas terrestres del combustible mortal. Desde Maracaibo son muchos los caminos que existen para sacar la gasolina y el ACPM, que se venden en las calles de Riohacha, Uribia, Manaure y Cuestecita, pero que también es llevada a La Paz.

Una de estas rutas pasa por Carrasquero, Molinete, Cerro escondido, Guarero y llega a Monte Lara que ya es territorio colombiano. De allí se transporta el combustible a Maicao y luego pasa por Cuestecita. De esta población los vehículos continúan hacia Hatonuevo, Barrancas y toman una trocha cerca de Fonseca, para luego salir a El Molino, Villanueva y llegar a La Paz.

Hay otros caminos que tocan las poblaciones de La Concepción, Molinete, Las Playitas, Puente Pamplona y Varilla Blanca en Venezuela.

Según explica un habitante de Cuestecita, desde Monte Lara hasta La Paz hay como cinco horas de camino, pero los transportadores ilegales de combustibles lo hacen solo en tres y media. Llegar lo más rápido posible es el objetivo, no importa si en el intento se pierde la vida, como ha pasado con muchos que enriquecen las estadísticas de las llamadas ‘caravanas de la muerte’.

Los contrabandistas son jóvenes. Los ricos queques, pasaboca elaborado con panela; y almojábanas que son famosos en Cuestecita, están pasando a un segundo plano y el tráfico de gasolina se ha convertido en la actividad principal de los que viven allí.

Sin embargo, sus habitantes dicen que casi todos los que venden y transportan combustibles, son forasteros que se han ‘olido’ el negocio y llegan a probar suerte.

José, de 20 años, es uno de ellos. Tiene un camión 350 en el que, durante cuatro días a la semana, transporta unos 20 tanques llenos de gasolina. Él explica que cada uno de ellos le cuesta 5 millones de bolívares, es decir unos 140 mil pesos.

Cuando llega a La Paz vende el combustible por pimpina y cada una cuesta entre 26 y 30 mil pesos. Cada una de ellas tiene unos 5 o 6 galones.

'Yo voy un día sí y otro no, pero siempre tengo mi ganancia que pueden ser 400 mil pesos por viaje, mejor que cualquier trabajo', afirmó.

Entró al negocio porque no pudo terminar el colegio y estaba en su casa sin hacer nada. Sus planes son seguir hasta que pueda y comprar otro camión en los próximos meses.

La tragedia los ha marcado. Varias tragedias han convulsionado a la población de Cuestecita, unas relacionadas con la gasolina y otras con accidentes de tránsito provocados por la pronunciada curva que hay en la vía hacia el sur y es subestimada por los conductores de camiones y vehículos.

Una de ellas se registró en febrero del 2012, cuando se produjo un incendio por el choque de dos vehículos cerca de una vivienda donde se almacenaba gasolina. Cuatro personas quedaron heridas y una de ellas era un bebé de tres meses.

Según Carlos Rodríguez, líder natural de la población, esto provocó que los dueños de las casas donde se almacenaba combustible decidieran voluntariamente no hacerlo más para evitar una tragedia mayor.

En Cuestecita tampoco olvidan el primero de diciembre de 2010, cuando tres niños que practicaban en una casa un baile para el día de su graduación de primaria murieron arrollados por una tractomula que perdió los frenos y destruyó la vivienda.

Ellos eran Clayri Arregocés Barrios de 12 años, Clara Arregocés Barrios, de 14 años y Sandro Preciado, de 7. Ese día también murieron Mercedes Mejía Berti, de 27 años, vendedora de minutos, Brenda Vanesa Preciado, de 18 años, y su pequeño hija Rosa Medina Preciado, de 7 meses. Pocos días después del hecho falleció en una clínica Emiro Martínez Ariza, vendedor de 57 años.

En septiembre de este año, un camión que se quedó sin frenos arrolló ocho vehículos y una moto y causó la muerte de tres personas y heridas de siete más.

Rodríguez afirma que después de cada uno de estos casos las autoridades llegan, hacen reuniones, prometen cosas, ofrecen soluciones y de pronto comienzan las acciones, pero después todo se olvida, hasta que nuevamente Cuestecita vuelve a ser noticia.

Agregó que además de tomar medidas en contra del contrabando de combustibles, se deberían mejorar los servicios públicos. 'Queremos que aquí se note la autoridad en todos los sentidos, para que no sigamos en el olvido'.

Redes contra el contrabando

Hace poco la Policía Fiscal y Aduanera anunció que utilizaría grandes redes para ejercer control sobre el contrabando de gasolina que viene de Venezuela y se transporta en la zona norte y sur de La Guajira, hacia el departamento del Cesar. Según las autoridades, con estas mallas que estarán a lado y lado de la carretera los carros que no se detengan ante las exigencias de las autoridades quedarán pegados en las mismas y podrán ser requisados, posteriormente. Esta red tendrá una flexibilidad suficiente para evitar un golpe seco, pero contará con la rigidez necesaria para detener un camión cargado de gasolina, según se explicó. Esta medida ya ha sido probada en algunos países y los resultados han sido excelentes, indicó la Policía.