José Miguel Núñez Cotes, de 12 años, fue elegido como el palabrerito del Centro Etnoeductivo Número 1 de Aujero, en el concurso escolar desarrollado por los directivos de esta institución localizada en el kilómetro cinco, entre las ciudades de Riohacha y Maicao, justo frente a las instalaciones del Batallón de Infantería Cartagena.
El niño, que pertenece a la etnia wayuu, y nació en la misma vereda de 800 habitantes donde está su escuela, es consciente de la responsabilidad que acaba de asumir y como los más avezados políticos de su región ya tiene su plan de acciones para el desempeño de la dignidad que le fue otorgada por los directivos del colegio y por una de las máximas autoridades de la etnia, el palabrero mayor Inocencio González Jarariyú.
Este hombre, que hace de juez en los conflictos de los miembros de su etnia y quien pertenece la junta nacional de Palabreros, llegó a la ceremonia procedente de Nazaret, en la Alta Guajira.
José Miguel dice que lo primero es evitar que los asuntos de los niños se mezclen con los de los mayores. Para él no es justo que unos padres terminen pagando grandes sumas de dinero por las sanciones que se imponen cuando unos niños en un juego terminen con alguna herida.
En esta cultura el derramamiento de la sangre es un hecho grave y quien lo ocasiona debe recibir sanción de una autoridad, esa sanción casi siempre es pecuniaria o en elementos de valor como chivos, carros, cayucos y otros que hacen parte del patrimonio material.
El palabrerito de Aujero, convenció al jurado que él era el mejor, cuando propuso que esos conflictos de niños en el colegio se los dejaran a él para solucionarlos, sin que los padres paguen dinero.
La profesora Rubia María Espeleta Epinayú, del mismo centro educativo, dice que 'esa figura que homologa al personero escolar, la estamos usando para preservar nuestro patrimonio inmaterial, gran parte de las costumbres las estamos perdiendo, muchos jóvenes están siendo absorbidos por la cultura de los alijunas y algunos ya sienten hasta una especie de pena cultural, por eso queremos que con los palabreritos en los colegios se marque más nuestra presencia de usos y costumbres'.
El palabrerito José Miguel, quien desea ser ingeniero o doctor, envió de inmediato un mensaje a los niños occidentales: 'creo que los niños deben ir a los colegios a estudiar y hacerse grandes, pero no estoy de acuerdo con las pandillas. Los pandilleros tienen que vivir llenos de miedo, porque los quieren matar o ellos tienen que matar. Además, un pandillero no tiene larga vida'.
Él recibió del palabrero mayor, Inocencio González Jarariyú, las distinciones: el sombrero y el bastón. El sombrero representa la dignidad del hombre, el bastón es el punto de equilibrio y el respeto. Es el punto de apoyo para la toma de decisiones por parte de los palabreros.