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En el rostro de Semaku, un niño de la comunidad indígena wiwa se podía apreciar la alegría de patear su primer balón de fútbol, que logró arrebatarle de los pies al coronel Luis Alfonso Quintero Parada, comadante operativio de la Policía Metropolitana.

El mano a mano futbolero entre el infante y el oficial se cumplió durante la entrega de regalos de Navidad a esta comunidad indígena de la Sierra Nevada que perdió a once de sus miembros tras la caída de un rayo el pasado 4 de octubre en Kemakúmake.

Semaku, o Toño Rodríguez Alberto, como es llamado en occidente el pequeño wiwa, es un piloso niño de siete años que no celebra la Navidad pero que ayer, desde las nueve de la mañana, vivió uno de los mejores días desde que fueron sacudidos por la tragedia.

Los encargados de llevarle alegría y esperanza a esta comunidad asentada en el pueblo indígena El Encanto fueron tres oficiales y 16 suboficiales que partieron desde las seis de la mañana del comando de la Policía Metropolitana, Mesan, con sede en Santa Marta.

Tres camionetas cargadas de comida y regalos tomaron la Troncal del Caribe hasta el puente sobre el río Guachaca. Una destruida trocha los llevó hasta el pueblo ubicado a más de una hora de la carretera principal debido al mal estado del camino.

La llegada de los ‘hermanos menores’ no trajo mayores cambios en la cotidianidad de El Encanto.

Las mujeres se encontraban reunidas en un lugar distante al de los hombres, quienes despresaban con afilados cuchillos dos cerdos que sacrificaron para alimentar a la población y almacenar algo.

Un salón de la comunidad wiwa se convirtió en la sala de cine de la comunidad infantil que se deleitó con la película animada ‘Turbo’. Quizás el idioma o el exceso de luz hicieron que los niños perdieran la atención por el nuevo ‘aparato’ que había llegado.

'Tenemos que agradecer a la Policía ya que es la única institución que ha venido con frecuencia para ayudarnos con comida y otras necesidades, han sido una gran ayuda', dijo Salémaku o Pedro Rodríguez, padre del Toño.

La carrera por el balón. Ante la situación que se presentaba en la improvisada sala de cine el coronel Quintero Parada, comandante operativo de seguridad ciudadana de la Mesan, invitó a los niños a jugar fútbol con la promesa de 'quien le quite uno de los balones a mis hombres o a mí se queda con el'.

La carrera de los niños no se hizo esperar, Toño era uno de esos. Los más grandes lograron apropiarse de los tres primeros esféricos. Con el apoyo del coronel, debido a que Semaku le robó la atención, en un descuido del oficial el tercero de los hijos de la familia Rodríguez Alberto le ganó el duelo.

'Es un niño muy piloso y con ímpetu tremendo, en algunos años lo veremos en las filas de algún equipo de la Costa', dijo Quintero.

Agregó que 'Lo de hoy es un acto con el que se comprometió la institución al conocer la tragedia. El Comando Operativo de Seguridad Ciudadana es el padrino de esta comunidad hasta que logren superar lo sucedido'.

Antes de irse el coronel quiso tomarse una foto con el grupo de niños a los que les entregaron muñecas, carros, pantalonetas y zapato.

'Toño, amigo, choque esos cinco y no se preocupe que volveré', le dijo el oficial, mientras el niño wiwa agarraba con más fuerza su balón, que desde ayer es su alegría y su compañero de juegos.