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E l 17 de enero pasado Maicao celebró por la puesta en servicio del ‘Hospital’, el pozo de excavación profunda que le suministraría agua las 24 horas a sus habitantes tras una larga crisis.

'Ahora tenemos agua en abundancia y para todo: para tomar, bañarse, comer, de todo. Hice una alberca para depositar el agua y, obvio, para ahorrar, porque no podemos desperdiciarla', dijo ese día Francia Silva al portal de noticias del Ministerio de Vivienda.

'¡A un lado quedaron tanques, baldes, poncheras y totumas para dejar de sufrir por el servicio de agua!', fue la exclamación de los maicaeros cuando los ministros de Vivienda, Luis Felipe Henao, y de Minas, Tomás González, inauguraron lo que sería la solución a uno de los problemas del municipio fronterizo.

Hacía muchos años que Maicao no recibía a tantas personalidades al mismo tiempo, porque además allí estaban José María Ballesteros, gobernador de La Guajira; Amilkar Acosta, director de la Federación Nacional de Departamentos; Eurípides Pulido, alcalde de Maicao, y Rafael Mendoza, gerente de Aguas de la Península, otros funcionarios, fotógrafos, líderes y moradores del sector.

Ese día el chorro de agua salió disparado del pozo y selló la foto oficial que fue publicada en medios de comunicación y redes sociales.

'Agua, una ilusión'. En esa oportunidad, Minvivienda dijo que la inversión fue de $5.497 millones para los dos pozos de Maicao, uno en Riohacha, otro en Uribia y un quinto en Manaure.

'En Maicao hay agua las 24 horas del día', escribió Henao en su cuenta de Twitter, un trino que fue respondido de manera inmediata por muchos habitantes que aseguraron que no salía agua de sus grifos, por lo que tuvieron que seguir almacenándola en varios recipientes.

'Fue una ilusión que tuvimos, pero que se acabó rápido', afirmó Claudio Mure Narváez, habitante del barrio Ovidio Mejía, quien dijo que 'por las redes del acueducto solo circula polvo'.

Contó que desde hace dos meses a su sector no llega el agua, por lo que tienen que comprarla a carrotanques o a los ‘burritos’, como le llaman a quienes la distribuyen en carros de mula.

'En el barrio Erika Beatriz la crisis comenzó hace cinco los meses', aseguró Alirio Atencio, uno de las afectados.

Un buen negocio. Explicó que las doce latas cuestan $3.000 y quienes viven en el sector deben comprarla a diario porque nunca les llega el agua. '¡Cómo será que a veces ni para mí hay!', exclamó.

Lo mismo ocurre en los barrios San José, Mareygua, San Francisco y otros sectores donde compran la lata a $250 a los carrotanques que se abastecen en la alberca San José, sede la empresa Aguas de la Península.

Yennis Cambar, del barrio Los Laureles, contó que 'la lata es el acueducto de nosotros, pero sí vemos la factura cada mes, lo cual es injusto'.

¿Qué pasó con los pozos?, es la pregunta cuatro meses después de la pomposa inauguración.

No cumplen orden de la Corte. El vocero de control del acueducto y saneamiento básico, Ronald Villas, indicó que no se explica cómo si están funcionando los dos pozos, en los que hubo la inversión millonaria, y si ha subido el caudal del río Carraipía, la principal fuente de agua del acueducto, el servicio no llega con calidad, continuidad y eficiencia.

En junio de 2014 la Corte Constitucional falló una tutela a favor de Yosira Coromoto Bermúdez. Le amparó el derecho fundamental al agua potable, a la vida, a la salud y a la dignidad humana.

El máximo tribunal constitucional del país le ordenó a la Alcaldía de Maicao y a la empresa Aguas de la Península que en el término de 48 horas programaran y llevaran a cabo el suministro provisional de agua potable a la vivienda de Yosira y demás habitantes afectados.

El fallo ordena también: 'La cantidad de agua a proveer debe obedecer al volumen mínimo razonable establecido como parámetro por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el cual debe oscilar entre cincuenta (50) y cien (100) litros de agua por persona por día, para asegurar la satisfacción de todas las necesidades de salud. Para el efecto, podrá hacer uso de cualquier sistema tecnológico que garantice el abastecimiento de agua diariamente a la comunidad'.

Igualmente ordenó que, en un término de tres meses, diseñaran e implementaran un plan de contingencia que contemplara medidas provisionales 'idóneas y necesarias' para asegurar el goce y acceso efectivo a un mínimo de agua potable a la accionante, sus familiares y demás personas del sector.

Villas afirma que nada de esto se ha cumplido porque siguen comprando agua en las calles.

Factores excepcionales. Ante las críticas, la empresa Aguas de la Península respondió que el incumplimiento en el suministro continuo e ininterrumpido de agua potable ha obedecido a factores excepcionales 'constitutivos de fuerza mayor y fortuitos, relacionados con el clima y situaciones técnicas y económicas como la carencia de suficientes fuentes hídricas para captar el agua'.

Esto, según la entidad, ha derivado en la prestación del servicio de manera sectorizada y por turnos de suministro.

Agregó que no ha sido posible solucionar esta problemática por la poca disponibilidad de recursos de la Nación y de los entes territoriales, especialmente del municipio de Maicao, en su obligación de financiar y realizar las inversiones públicas y los proyectos de infraestructura del sistema de acueducto, así como la demora en la ejecución del Plan Departamental del Agua.

Por su parte, la Alcaldía de Maicao explicó que ha adoptado las acciones orientadas a mejorar la prestación del servicio de agua potable y que Aguas de la Península ha venido incumpliendo durante doce años con el objeto del contrato de concesión, celebrado con el Municipio, en lo que tiene que ver con la eficiencia, calidad y continuidad del servicio.

Es decir, que mientras la Alcaldía y el concesionario siguen señalándose mutuamente por la falta del vital líquido, y el Gobierno Nacional dice haber superado un problema, lo único cierto es que en medio de ese 'círculo vicioso' los afectados siguen siendo los usuarios que no ven soluciones definitivas. Ni siquiera pese a la orden de la Corte Constitucional, lo que en la práctica es un desacato.