Compartir:

La charca Shorshimana está casi lista, el sol del municipio de Manaure, que para muchos es inclemente, permitirá que en poco tiempo el sueño de 874 cosechadores artesanales de sal pueda ser la realidad que por años han luchado.

A partir de la próxima semana volverán a coger los picos, las palas y las carretillas, que durante diez años estuvieron archivados, esperando este momento decisivo para el futuro de una generación que solo ha vivido de este producto.

'Tengo 85 años y siempre coseché sal, después lo hicieron mis hijos y sobrinos, ahora lo harán mis nietos', es la voz esperanzadora de José Eduardo Sierra, quien fue de los primeros recolectores de sal en esta población y sufrió mucho el tiempo que no hubo cosecha.

Dice que se rebuscaba en una camioneta haciendo viajes y otras cositas, con las que sobrevivió, porque eso lo dejaron abandonado.

'Aunque yo oí que a nombre de nosotros pedían billete en Bogotá, como si aquí estuviéramos explotando', es la acusación que lanza, aunque no se atreve a señalar a nadie y sin detenerse mucho en el tema, añade que 'yo estoy listo con mi gente, para cuando me avisen que ya podemos empezar a trabajar'.

Shorshimana tiene 40 hectáreas y es una de las charcas que fueron entregadas a los wayuu, cuando las salinas eran manejadas por el Estado a través de IFI-Concesión Salinas.