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Las celdas solares que crearon jóvenes wayuu de La Guajira fueron enviadas al espacio en el cohete Orion Terrier, mejorado desde las Instalaciones de Nasa Wallops, en el marco del programa del programa Cubes in SpaceTM, en el que estudiantes de 11 a 18 años de edad y sus profesores de colegio pueden enviar sus experimentos al espacio en un cohete sonda y/o un globo científico de la Nasa.

El evento se llevó a cabo el pasado 20 de junio en el estado de Virginia, desde donde despegó el cohete con las celdas que servirán para probar su resistencia a condiciones adversas y que no podrían generarse desde un laboratorio.

Así lo explicó en entrevista con EL HERALDO el colombiano José Darío Perea investigador postdoctoral en el Laboratorio Fotovoltaico del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Estados Unidos y quien es investigador principal en el proyecto que busca entender los efectos del espacio exterior en celdas solares de diferentes clases.

'Las celdas solares han sido ampliamente usadas en diferentes misiones espaciales: satélites, sondas, telescopios, robots y rovers (como los que están en Marte), entre otros. Pero las celdas de última generación (como las orgánicas y de perovskitas) no cuentan con muchos estudios de este tipo', afirmó.

Agregó que durante el despegue 'nos enteramos que además de ser las primeras celdas orgánicas y de perovskitas lanzadas al espacio, estas son las primeras celdas solares realizadas por jóvenes indígenas. Por ende, además de ser un hito histórico para la comunidad wayuu, es también una excelente oportunidad para reconocer los esfuerzos que han realizado profesionales colombianos para generar soluciones transdisciplinares en comunidades donde no hay electricidad, agua potable y soberanía alimentaria'.

Las celdas solares de los estudiantes wayuu llegaron a la Nasa a través de la corporación Del Laboratorio al Campo (DLC) una entidad sin ánimo de lucro conformada por colombianos entrenados en las ciencias básicas, aplicadas, médicas y sociales, ingenierías, innovación social y arte, quienes buscan aportar desde su conocimiento y su gestión a jóvenes de las regiones más vulnerables de Colombia.

Según su directora Carolina Salguero el interés de la corporación de trabajar en La Guajira surge como una necesidad de aportar a la crisis alimentaria y educativa que sufre el pueblo wayuu desde hace mucho tiempo. 'Nuestro proyecto bandera se llama Citas (Ciencia, Innovación, Tecnología y Artes), a través del cual se les dan a los niños herramientas de la ciencia, de la tecnología y la innovación para que pueden generar cambio a nivel local en todos los aspectos', indicó.

Afirma que durante tres años han llevado clubes de ciencia al colegio Ricardo Gómez de la ranchería Ishipa, ubicada en la vía entre Riohacha y Maicao. 'Allí no había infraestructura para desarrollar proyectos, pero tampoco las necesidades básicas satisfechas, por lo que para llegar a la innovación, era necesario trabajar en lo esencial', afirmó Carolina.

Inicialmente se llevó a cabo la iniciativa para obtener agua potable, una huerta tecno-educativa y lograr la conectividad a través de un sistema solar fotovoltaico.

A los niños se les enseñaron conceptos básicos en biología, física y energía fotovoltaica – ya que las condiciones climáticas (poca nubosidad) de la zona son ideales para iniciativas relacionadas con energía solar. Carolina explica que poco se fueron gestionando colaboraciones con empresas, fundaciones y universidades privadas y públicas para para alcanzar los objetivos.

José Darío Perea explica que Daniel Cruz, uno de los miembros fundadores de Del Laboratorio al Campo y candidato a doctorado en el Instituto de Coloides e Interfaces del Max Planck Institute de Alemania, viaja anualmente desde Berlín hasta Riohacha para compartir sus conocimientos en celdas solares con los niños de la comunidad wayuu Ishipa. 'Este año, además de donar su tiempo, Daniel donó (y transportó en su equipaje desde Alemania) todos los materiales utilizados para que sus estudiantes pudieran crear celdas solares en la ranchería', afirmó.

Añadió que simultáneamente, en compañía de Víctor A. Rodríguez-Toro -estudiante de doctorado de Georgia Institute of Technology (Georgia Tech) en Estados Unidos- y con el apoyo del profesor Christoph Brabec de la Friedrich Alexander Univesitat (FAU) en Alemania, tuvieron la oportunidad de crear celdas solares en uno de los mejores laboratorios fotovoltaicos de Alemania con estudiantes de bachillerato que participaron en nuestro Club de Ciencia en Cali.

'En ese momento nos dimos cuenta que teníamos un proyecto científico de gran impacto social; por ende, decidí gestionar una alianza con la Fundación STELLAM, quienes ha venido reuniendo diversos proyectos acompañados por científicos colombianos en la diáspora y niños provenientes de diversas partes del país, entre ellos el nuestro', agregó Perea.

Finalmente explicó que el impacto de este proyecto es la contribución al conocimiento que se obtenga del estudio, ya que este beneficiará tanto a la academia como a la industria. 'Desde el punto de vista social, los proyectos donde se vinculan jóvenes, en especial provenientes de regiones vulnerables, son un motor de cambio. Muchos no tendrían grandes aspiraciones antes de participar en nuestro proyecto, pero hoy muchos de ellos quieren enfocar sus estudios en STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) y para así ayudar a sus comunidades', aseguró.