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Espontánea, irreverente, directa; pero -sobretodo- apasionada. Así es Sonia Marina Bermúdez Robles, la mujer riohachera que se ha convertido en el ángel de los muertos en La Guajira.

Desde los 13 años, cuando se metía al ‘cuarto del olvido’ del hospital de Riohacha para ver cómo le practicaban las necropsias, se fue apasionando por este terreno que para muchos es paranormal.

En Gente Como Uno, Sonia Bermúdez cumple todos los papeles: prepara a los muertos, su camioneta es la carroza fúnebre, construye las bóvedas, los sepulta y hasta los llora.

En estos tiempos de pandemia, Sonia reflexionaba sobre muchos aspectos de la vida, pero jamás pensó que sería tendencia en las redes sociales.

Durante una reunión a la que fue convocada, escuchó a los mandatarios manifestar su preocupación, ya que no sabían cómo hacerle ver a la ciudadanía que tenía que quedarse en casa.

La desobediencia civil tiene a este territorio en gran riesgo de propagación de la COVID-19 y las estrategias no estaban dando los resultados esperados.

'Fue entonces cuando le dije al Secretario de Gobierno que yo tenía la solución para hacer que la gente entrara en razón, y les iba enviar el mensaje que si no se quedaban en sus casas, yo los esperaba en el cementerio Gente Como Uno'.

El nombre de Sonia Bermúdez quedará grabado en la historia, además de ser una de las pocas personas que le dedica su vida a velar por los muertos que aparentemente no tienen dolientes, también dispuso su cementerio para que fuera recibida la primera víctima de la COVID-19 en La Guajira.

'El alcalde, el gobernador y sus secretarios estaban preocupados porque no contaban con un lugar para disponer a esta persona que lamentablemente falleció. Dios no me hubiera perdonado si yo le doy la espalda a un difunto en estos momentos, por eso dispuse de un área en Gente Como Uno para que esa mujer fuera sepultada dignamente'.

Asegura que se cumplieron todos los protocolos de bioseguridad. Fue construida una fosa de cuatro metros y el cuerpo estaba embalado en plásticos, de tal manera que hasta 100 años después no habrá manera de que salga ningún tipo de fluidos.

'Le pido a gente que no crea en la información falsa que circula en las redes. Cuando llegó el carro fúnebre nadie quedó en el cementerio, el Secretario de Gobierno y yo salimos hasta la carretera, solo quedaron las dos personas vestidas como astronautas que se encargaron de meter el ataúd en la fosa y taparlo. Nadie más estuvo, ni siquiera su familia tuvo acceso al lugar'.

Asegura que su anhelo es no recibir a otro hermano guajiro que resulte víctima del coronavirus. Sin embargo, en el lugar fueron hechas cuatro fosas, por si se llega a ser necesario su uso.

Ahora le pide a los mandatarios locales y a las empresas privadas que hagan sus donaciones para que los cuerpos no sean sepultados en el suelo, sino en bóvedas de concreto que cumplan con todas las condiciones de bioseguridad.