Compartir:

El esplendor y la belleza de Musichi, uno de los hogares de los flamencos rosados en La Guajira, se ha esfumado.

El paisaje no es el mismo, las aves se han marchado, los peces murieron y los wayuu se han quedado sin su territorio ancestral.

Un conflicto laboral, sumado a la pandemia, se ha llevado todo lo bello de este lugar situado a escasos tres kilómetros del casco urbano del municipio de Manaure.

El lugar era la residencia temporal y punto de alimentación y descanso de un contingente importante de aves migratorias, que se mueven a lo largo de las márgenes de las ciénagas, lagunas y estuarios.

La crisis deviene a pesar de que en diciembre del 2011 Musichi fue declarada área protegida por la Corporación Autónoma Regional de La Guajira, Corpoguajira.

La entidad reconoció que albergaba valores bióticos y ecosistémicos de gran valor para La Guajira, como bosques de mangle y matorrales.

Además, porque era el hábitat para los flamencos rosados, especie calificada a nivel nacional bajo riesgo de extinción en categoría de vulnerable.

Elmer Altamar, representante legal de la Asociación de Autoridades Indígenas Wayuu de la zona de afectación de las salinas de Manaure, narra sobre la problemática.

'Estos territorios ancestrales estaban compuestos por las costas, las playas, el mar, las lagunas, los ríos y recursos naturales como la sal, que han sido explotados por muchos años mediante reservas a favor de contratistas, sin que los nativos seamos beneficiados con esto'.

Dice que primero fue el Banco de la República, luego el IFI-Concesión, y desde 2014 Big Group Salinas de Colombia S.A.S., después que el 95% de los acreedores de la Sociedad Salinas Marítimas de Manaure LTDA. SAMA, aprobó el acuerdo de reestructuración presentado para el salvamento y normalización de la producción de sal en Manaure.

Fue un nuevo impulso a SAMA, sociedad que ese año registraba activos por $51.769 millones, pasivos de $15.667 millones y un patrimonio de $36.102 millones.

Uno de los compromisos que se hizo Big Group fue irrigar las lagunas costeras en el Distrito de manejo integrado Musichi, mediante el establecimiento de cuatro canales artesanales que permitieran el flujo de agua desde el mar hasta las lagunas de Pulumana y San Agustín.

Esto con el fin de mitigar los efectos negativos sobre el ecosistema, por la interrupción de la dinámica hídrica.

Por este motivo se realizaron estudios sobre las condiciones ecológicas de la zona y se construyeron varios canales artesanales con la ayuda de moradores locales, en su mayoría de la etnia wayuu, quienes permitieron el uso de su territorio para la explotación de sal a cambio de ser socios de SAMA con su organización Sumain Ichí.

Sin embargo, los continuos conflictos laborales en Big Group ha dejado sin agua las lagunas de Musichi y, por consiguiente, sin hogar a las numerosas especies de aves que llegan a este lugar.

Desde febrero de este año, cerca de 80 trabajadores sindicalizados de los 115 que tiene la planta de producción, decidieron irse a la huelga, tras el fracaso de algunos acercamientos con los directivos.

'No han cumplido con nada y ahora vamos a luchar por lo que es nuestro', dice de forma vehemente la autoridad tradicional de San Agustín, Cristóbal Rosado Epiayu, quien también hace parte de la Asociación Sumain Ichi.

Quieren recuperar las lagunas, que vuelvan a hacer lo de antes y que se conviertan en un lugar, no solo turístico, sino el sitio donde vuelvan las aves.

'Estamos luchando por lo poquito que ha quedado, para ver si otra vez podemos producir nuestra sal, y podamos comer todos de nuestro territorio, porque nosotros somos los dueños de las salinas', agregó Rosado en conversación con EL HERALDO. La decisión que han tomado, según Elmer Altamar, es la de posesionarse de nuevo del territorio ancestral de Musichi y declarar la expulsión definitiva de las lagunas, de la empresa Big Group Salinas.

'Declaramos la terminación unilateral de cualquier vínculo contractual que relaciones a los dueños ancestrales como entidad territorial con Big Group, debido al incumplimiento de sus compromisos y obligaciones contractuales, que ha llevado a un cese de actividades de sus trabajadores lo que ha ocasionado graves afectaciones, no solos a ellos, sino a la laguna', aseguró.

Dijo que las omisiones de este operador y la falta de inversión han causado 'graves daños al bienestar, a la subsistencia y a la vida de las comunidades wayuu de Manaure'.

También suspenden cualquier vínculo con SAMA, por lo que no podrán usar el territorio sin la previa autorización de la entidad territorial wayuu.