Sin más instrumentación quirúrgica y de bioseguridad que un par de guantes, una bata antifluidos prestada y una hoja de afeitar, una veterana mujer habitante del corregimiento La Majayura, en la zona rural de Maicao y límites con Venezuela, acompañada por una promotora de salud recibieron el segundo hijo de una nativa que habita en una finca de la frontera y quien no tuvo, ni tiempo, ni el dinero necesario para acudir a un centro asistencial en la cabecera del municipio.
La emergencia fue vivida el día viernes 29 de enero, al parecer por una falta de control efectivo de las EPS a su paciente embarazada. Ella es una mujer nacida en la región quien cuenta con 20 años de edad y había recibido una información del último médico que la trató en el sentido de que su parto sería para el 15 de febrero aproximadamente y por esto tampoco habían hecho muchas diligencias para el traslado a un hospital, pensando que se trataba solo de movimiento y dolores propios del estado de embarazo.
Problemas de transporte
La situación es que en La Majayura, distante una hora de Maicao, no es fácil encontrar un transporte y menos uno adecuado para conducir a una mujer que está a punto de dar a luz. Cuando el esposo de la ‘paisana’ como llaman en La Guajira a las mujeres de la etnia wayuu, noto lo que estaba pasando, se empezaron a movilizar y lo que pudieron hacer fue trasladarse en un carro hasta la finca donde ellos habitan localizado a pocos metros de la frontera con Venezuela. En un carro cuyo estado no es el mejor lograron movilizarse hasta La Majayura, cuando el líquido amniótico ya estaba fluyendo anunciando que el bebé estaba en camino.
Llegaron al pueblo y el padre de la criatura casi se desmaya cuando un conductor le dijo que ese viaje costaba $450.000. No había plata para el viaje y tampoco tiempo para el traslado. Por eso avisaron a doña Yasenys Carrillo, una mujer de la zona que tiene más de 60 años de edad y quien siempre ha estado presta a cooperar al que lo necesita. Tiene muchos conocimientos en la materia pero no tiene instrumentación, ni el reconocimiento de las autoridades, pero en este caso estaba en juego la vida de la mujer y el hijo.
No había guantes en el pueblo
'Empezamos a buscar un par de guantes en el pueblo, no había ni en el negocio que hace de farmacia del pueblo, tampoco en las tiendas, pero una mujer que estaba en el grupo recordó que hacía unos meses recibieron una donación de tobos para el depósito de agua y ellos estuvieron acompañados por guantes plásticos que no eran los quirúrgicos, pero era mejor que llegar a mano limpia. Llegaron los guantes y entonces nos dimos cuenta que no había bisturí, ni los demás elementos de bioseguridad y mandamos a la tienda por una hojilla para afeitar, la cual se desinfectó con fuego y agua caliente', narró Tatiana, una promotora de salud que estuvo apoyando al lado de la ‘comadrona’
Todo salió bien
Después de varios minutos de un procedimiento hecho a las carreras, pero que por fortuna logró salvar vidas, el bebé llegó al mundo de mayores complicaciones, es el segundo hijo de Amelia González, la ‘paisana’ de 20 años residente en la zona rural de Maicao, un área bastante difícil para el transporte.
El bebé no quedó sin ser pesado, pero no lo pusieron sobre una balanza digital fabricada solo para ese efecto, al niño de Amelia lo pusieron sobre una balanza tipo reloj de un vecino, quien la usa habitualmente para pesar el ñame, yuca y otros artículos del campo que vende.
Hay que mejorar las condiciones
Esta vez Amalia y su hijo se salvaron, él apenas tiene una ligera infección en el ombligo quizás por las condiciones del parto, pero si las condiciones precarias continuas igual quizás muchas madres e hijos no corran la misma afortunada suerte, dice la promotora de salud, quien sostiene que en este pueblo de la frontera hay una instalación adecuada para el puesto de salud que solo le falta la instrumentación y el mobiliario. Es un puesto de salud que pertenece al Hospital San José de Maicao y que debe ser habilitado para salvar vidas, puesto que La Guajira es de los departamentos del país donde hay mayor mortalidad materna con relación porcentual al número de habitantes, según una lideresa del corregimiento.