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Hace unos 15 años, cuando la Serranía del Perijá, el sistema montañoso que abarca gran parte del sur de La Guajira, era sinónimo de ruina, pobreza y violencia, María Laura Aponte le apostó al cultivo del café.

Con el arrojo y la valentía que la caracteriza, hizo caso omiso de todo lo que le advertían y compró la finca Bellavista, ubicada en Urumita.

'Me trataron de loca porque en ese tiempo muy pocos le apostaban al campo y había muy malas condiciones de vida entre quienes lo hacían', explica Laura.

La finca era de su tío Pepe, un colonizador que en 1920 comenzó la tradición cafetera, y fue Laura quien decidió continuarla, comenzando con la recuperación de los cafetales y cultivos de plátano, naranja, malanga, guineo y otros productos.

'Ha sido un trabajo arduo, de mucha dedicación, en el que hemos ganado, pero también perdido mucho dinero', anota.