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Por medio de un corto video donde se escuchan los llantos desesperados de dos mujeres y una foto donde se observa el momento en el que un hombre recibe de parte de otro ciudadano un pequeño ataúd blanco, se dio a conocer la muerte de dos infantes en el municipio de Manaure, en La Guajira.

Con dolor, impotencia e inmensa indignación, la organización, quien es encabezada por el líder Javier Rojas Uriana, denunció la segunda muerte de “un niño wayuu de 9 meses de edad, por causas asociadas a la desnutrición en el municipio de Manaure”.

La primera víctima fue una niña de 10 meses de nacida, originaria del mismo municipio, dichas publicaciones fueron realizadas el pasado miércoles 6 de noviembre, donde Javier Rojas informa que presuntamente las causas del deceso eran totalmente evitables.

Así mismo, Rojas Uriana evocó las sentencias judiciales de las medidas cautelares donde se garantiza la protección a la vida y el bienestar de los niños indígenas del departamento, fallos que al parecer quedaron solo en el papel.

Por último, el líder wayuu hizo un llamado al Gobierno nacional, donde mencionó: “Un cruel reflejo de la realidad que viven los niños y niñas, que al día de hoy siguen esperando la atención ordenada por nuestro presidente Gustavo Petro en territorio”.

Cebe indicar que, según los afectados, las acciones que llevan a cabo los programas gubernamentales son negligentes, debido a que la crisis humanitaria que se presenta en la península es propiciada por la falta de agua, alimentos y medicinas fundamentalmente, elementos son insuficientes en este sector del país y situación que las autoridades locales y nacionales conocen.

La escasez del líquido preciado es uno de los puntos más críticos en la Alta Guajira, y pese a que en la actualidad en el departamento se han presentado frecuentes lluvias, esta situación ha entorpecido la llegada de ayudas, y/o programas que pretendan mitigar el caos y tener una estadística de la población en riesgo.

Lo anterior, debido a que las precipitaciones han generado la crecientes de arroyos que impiden el paso de vehículos, por lo que el departamento aún no cuenta con un censo especifico de los damnificados, ni de las lugareños con enfermedades asociadas a la desnutrición.