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Cuando Sonia Bermúdez Robles tenía 14 años, y su papá, Benigno Catalino Bermúdez, era el celador del cementerio central de Riohacha, veía cómo a los muertos que no tenían nombre los enterraban desnudos y la tierra les caía en la cara. Nadie los lloraba, ni les llevaban flores.

Ese fue el momento en el que pensó en hacer algo, para que eso no siguiera pasando. Le dolían esas personas como si fueran sus familiares y pensaba que se merecían una despedida más digna.

Sonia era inquieta, les seguía la pista a los cadáveres desde la morgue, que era llamada 'el cuarto del olvido', hasta la parte de atrás del cementerio, que era donde los enterraban.

'Me daba tristeza, me parecía injusto lo que hacían con esos cuerpos y pensaba que en alguna parte alguien los debía estar extrañando', manifiesta.

Ahí comenzó a gestarse la idea de Gente como uno, el cementerio de los NN, una obra social que ella considera la más importante del mundo, porque nadie quiere saber nada de esos muertos que no son reclamados.

Inició de inmediato su labor, buscando primero bolsas plásticas y después ropa, pero le parecía que aún no era digno enterrarlos así.

Entonces se dedicó a pedir ayuda a entidades y particulares. Por ejemplo, en Corpoguajira le regalaban la madera que decomisaban, en el mercado le daban ropa y sus familiares le ayudaban.

Así siguió hasta que en 1995 la Alcaldía le cedió el terreno donde hoy se encuentran 120 cuerpos que fueron enterrados por ella misma. En el 2007 constituyó legalmente la fundación Gente como uno.

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Sus siete hijos han sido fundamentales en lograr sus objetivos de sacar adelante el cementerio Gente como uno.

Paralelamente, Sonia aprendió a realizar necropsias y posteriormente pudo estudiar y entrar a trabajar en el Instituto de Medicina Legal en Riohacha.

En 45 años realizó más de 5 mil necropsias. Sonia Bermúdez Robles es asistente forense y entró a trabajar en el Instituto de Medicina Legal en el año 1978, pero ya llevaba tres laborando con órdenes de servicio y muchos más haciendo necropsias de manera empírica.

En 45 años de práctica ella afirma que ha realizado más de cinco mil necropsias y cuando fue a realizar el curso de tanatopraxia, en Bogotá, ya sabía todo sobre el oficio.

Esto porque sus otros dos hogares, además de la casa donde vivía, eran aquel 'cuarto del olvido' y el cementerio, donde trabajaba su papá y estaba pendiente de los muertos.

Actualmente se encuentra con una incapacidad indefinida debido a un accidente que le afectó uno de sus brazos.

Sonia asume todos los papeles. Ella misma hace el hueco, arma los ataúdes y entierra a los NN.

Le hizo la necropsia a su mamá

Esta mujer que se viste de alegría con los colores más vivos que hay, pero que paradójicamente ha vivido toda su existencia al lado de la muerte, le tocó hacerse cargo del cadáver de su mamá Juana Bautista Robles, cuando esta murió hace más de 20 años.

Sonia explica que cuando esto ocurrió ella tomó el cuerpo de su madre, lo abrió, comprobó que el cáncer fue la causa de su deceso y lo preparó de tal manera que se viera hermosa, como si aún estuviera en este mundo.

Es lo más difícil que le ha tocado hacer, pero ya le había dicho a su mamá que se encargaría de ella cuando muriera.

'Así fue que pude medir mi berraquera y lo logré', manifestó orgullosa.

Ella también tiene definido quién hará la suya: su hija Malka, de 29 años, una psicóloga que también aprendió el oficio viendo trabajar a su mamá. 'Mi hija casi nace en la morgue y ya sabe lo que tiene que hacer cuando yo muera', afirmó.

Su enfrentamiento con la iglesia. Desde que Sonia Bermúdez Robles comenzó a ocuparse de los NN en la capital guajira se enfrentó con la Iglesia. Primero fue el padre Hernando Bermúdez, quien se oponía a que utilizara la parte de atrás del cementerio para darle sepultura a los muertos sin dolientes.

La Iglesia era la encargada del lugar y para mostrar hasta dónde llegaba su oposición, Sonia relata una anécdota con este sacerdote.

'Como yo misma cavaba los huecos porque no había cómo pagarle a un sepulturero, un día cuando estaba en esa tarea llega el padre y me dice: 'Espero que sea el último NN que entierres en este cementerio porque no es tuyo'. Yo le respondí: Claro, cura m..., como no es tu familia, entonces tengo que botarlo como un perro'.

La lucha siguió con los otros sacerdotes que llegaron a la ciudad. Incluso hubo uno que fue hasta su casa a pedirle que no siguiera con eso y otro de nombre Humberto se llevó todos los cadáveres y ella nunca supo dónde los botó.

Le tocó batallar hasta que logró que le dieran el terreno donde hoy funciona Gente como uno, ubicado en la vía a Valledupar.

Unos han sido reclamados

En el cementerio Gente como uno ya no solo hay NN, también 'pobres de solemnidad', como les llama Sonia. Son aquellas personas que no tienen recursos para llevar a cabo un sepelio y la fundación los ayuda en todo.

Además muchos de los que están allí sepultados ya han sido identificados y sus familiares han decidido dejarlos en ese lugar.

Sonia nos dice que hace unos cuatro años se entregaron quince cuerpos que pertenecían a personas de varios municipios de Córdoba. Con ayuda de la Fiscalía y Medicina Legal se pudo realizar este proceso.

Los que aún siguen allí reciben cada tres o cuatro días la visita de Sonia, quien les lleva flores, agua y oraciones.

Soy feliz con mi 'pelao'

Sonia, de 59 años de edad, quien es bastante popular también entre los vivos, tiene siete hijos y siete nietos que siempre la ayudan en el cementerio. Hace muchos años se separó de su esposo y en la actualidad vive con un muchacho de 27 años, en la foto; con quien es muy feliz. 'Vivo para mis muertos, pero cuando de amor se trata, aún estoy muy viva y salgo por las calles de Riohacha a comerme el mundo, a disfrutar con mi amor y a gozarme la vida', afirmó.