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Más del 73% de la subnormalidad eléctrica del país está concentrada en la Región Caribe. Son más de 1804 barrios, en los que habitan 416.650 familias de estrato uno de los siete departamentos de la Costa Atlántica que están en esas condiciones de informalidad.

Estos hogares conviven diariamente con una infraestructura eléctrica antitécnica, en la que a través de un cable dulce, alambre de púa o un cable telefónico se conectan al transformador más cercano, redes que en la mayoría de los casos han sido instaladas por la misma comunidad y constituyen un riesgo permanente para la vida y la propiedad.

'Estamos hablando de que son más de 2 millones de personas las que viven en un estado decrépito de redes en donde la amenaza por pérdida y afectación a la vida humana es latente', afirma Miguel Ángel Santesteban, gerente de Energía Social, empresa encargada de comercializar y hacer el recaudo del consumo en los barrios subnormales de la Costa.

Santesteban dice que una de las razones por las que la subnormalidad eléctrica en la región alcanza un porcentaje tan alto es que 'por décadas ha sido una de las zonas más olvidadas por el Gobierno central y, por tanto, la más rezagada'.

El desplazamiento es otra de las razones por las que ha crecido en tal magnitud la informalidad eléctrica, sobre todo en las principales ciudades de la Costa. 'No en vano Colombia ocupa el primer lugar en la lista de los países con más desplazados en el mundo. Los alcaldes y gobernadores no tienen las herramientas para controlarlo', afirma el gerente.

Señala que las inundaciones generadas por la ola invernal de los años 2010 y 2011 también incidieron en la movilización y asentamiento de damnificados en zonas que se convirtieron en barrios subnormales. 'Sobre todo en las zonas sur del Cesar, Magdalena y Bolívar se perdió el mapa de la subnormalidad eléctrica, porque no sabemos para dónde se fue esa gente. Con el tiempo han regresado más e invadieron nuevos terrenos', indica.

A esto se le suman las invasiones de terrenos y/o construcción de urbanizaciones piratas que no han garantizado los servicios públicos.

Santesteban asegura que hasta la fecha se han normalizado más de 90 mil grupos de familias en la Costa –lo cual es el resultado de un proyecto presentado por Electricaribe al Gobierno Nacional–; 'sin embargo, la normalización no ha servido para controlar o evitar el crecimiento de barrios que viven en estas condiciones', afirma.

Excesos y falta de pago. Las familias que viven en barrios subnormales estrato uno tienen tarifas subsidiadas. Además del subsidio otorgado por los estratos 4, 5 y 6, y el sector industrial y comercial, tienen uno del Fondo de Energía Social, Foes, que cubre el 60% (46 pesos) y otro del Gobierno Nacional con el cual la tarifa termina quedando en 100 pesos. No obstante, según la regulación, hay un límite. El kilovatio número 1 hasta el 184 están cobijados por los subsidios, pero de ahí en adelante si el consumo es mayor el kilovatio (hasta 280) le cuesta 390 pesos. Pero, la realidad en la que vive la mayoría demuestra que, lo que los usuarios se ahorran por un lado lo triplican por otro, debido al exceso en el consumo de energía y a la falta de autorregulación.

'El problema está en que los 184 kilovatios hora lo consumen los primeros 12 días del mes. En los próximos 18 días consumen el triple por varias razones: son casas que no tienen una ventilación apropiada y, por ende, usan por más tiempo los abanicos; incluso, es normal encontrar aires acondicionados en barrios subnormales. Además, muchos cocinan con hornillas eléctricas, las cuales consumen cantidades enormes de energía y demandan más tiempo para cocinar los alimentos', sostiene el representante de la empresa.

Asimismo, resalta que subnormalidad eléctrica necesariamente no es sinónimo de pobreza. 'La subnormalidad es una condición técnica de las redes de un barrio, no tiene nada que ver con pobreza'. Al tiempo señala que, más allá de la escasez de dinero, la queja general de los clientes de Energía Social sobre que el servicio cuesta mucho está sustentada es en la falta de cultura de pago. Esto se ve reflejado en el recaudo mensual de la empresa en toda la Región Caribe, que es de aproximadamente el 22%, es decir, que tiene una cartera de cerca del 80%.

Palermo. Miguel Santesteban pone como ejemplo a esta población vecina de Barranquilla (corregimiento de Sitionuevo, Magdalena) para referirse a una comunidad que tienen todos los requisitos para ser normalizada pero que aún esto no se hace realidad. 'Hace tres años Palermo tenía unas 1800 familias, hoy día está llegando a las 4000, debido al puerto. Pero, pese al puerto, a que está al lado del río y frente a una carretera nacional, todo el corregimiento está en la subnormalidad eléctrica'. La principal razón por la que el Ministerio de Minas y Energía no ha dado el aval para que las redes de energía de Palermo sean normalizadas es porque está expuesto a inundaciones todo el año.

Santesteban critica la posición de la mayoría de los mandatarios municipales y departamentales frente a la subnormalidad eléctrica. Agrega que, mientras no haya mayor control del desplazamiento de las personas, de las invasiones de tierras, el fenómeno va alcanzar magnitudes superiores. Esto, desde su punto de vista, se reflejará en que también muchos marañeros que reconectan la luz en los barrios seguirán muriendo y habrá más bloqueos de vías 'mientras los alcaldes no sean conscientes de la necesidad que tienen de estar más atentos a este tema'.

Destacó que dentro de las estrategias sociales que desarrolla la empresa con las poblaciones de barrios subnormales está la socialización sobre consumo responsable, facturación y buenos hábitos; además, realizan ciclos de formación con grupos externos y autoridades.

Por Liz Held Casalins