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El motor de la retroexcavadora comenzó a rugir ayer a las 3:00 p.m. Cinco minutos más tarde, el poderoso brazo de la maquina empezó a reventar la fachada mostaza de la calle 34 del centro comercial San Andresito, permitiendo que la luz del Sol iluminará por primera vez en décadas las paredes de una intrincada red de pasadizos y cuartos secretos con puertas igualmente secretas, existente en las segunda y tercera plantas del inmueble.

En estos locales, los comerciantes exhibían las mercancías introducidas al país (la mayoría ingresadas de forma ilegal), principalmente textiles, tabaco, licores, dulces, electrodomésticos y juguetes.

Este tipo de mercancías non sanctas fue pilar de la actividad comercial durante cincuenta años para quienes reclamaban propiedad o eran arrendatarios de los 234 locales del centro comercial San Andresito, ubicado en un área triangular de 4.700 metros cuadrados, comprendida entre la Vía 40, la carrera 46 y la calle 34.

Estos datos fueron revelados por Diana Amaya, secretaria distrital de Control Urbano, quien también relató cómo el levantamiento topográfico previo a la diligencia de restitución se vio entorpecida durante meses, ya que los comerciantes impedían el acceso a los funcionarios hasta las plantas superiores.

'Ahí sí'. 'Solo comenzaron a admitir su existencia cuando supieron que el Distrito iba a pagar indemnizaciones con base en el número de metros cuadrados construidos que tuviera cada comerciante', explicó Amaya. 'Entonces, ahí sí, tras retirar la mercancía, muchos admitieron que no tenían superficies de solo 2 x 2 metros en la parte superior, según nos habían informado verbalmente, sino auténticas bodegas de hasta 4 x 6 metros, y más'.

La diligencia de restitución inició a las 5 de la mañana, sin que se registraran hechos violentos, según lo destacaron Diana Amaya y el inspector general de Policía, Ricardo Cantillo. Hasta el mediodía, los agentes de la Secretaría de Gobierno procedieron a retirar la mercancía que —a pesar de los plazos concedidos por la administración distrital— aún permanecía guardada en algunos de los locales comerciales.

Esta mercancía ha sido incautada 'y depositada en un lugar seguro', según enfatizó Cantillo, y será devuelta a quienes puedan demostrar propiedad sobre la misma.

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Agentes de la Secretaría de Gobierno durante la diligencia.

'No hubo saqueo'. También intervino la Procuraduría Distrital como garante del debido cumplimiento de todas las instancias legales y para constatar posibles violaciones a los derechos de los afectados por la restitución.

El inspector general desestimó las denuncias de algunos comerciantes sobre supuestos saqueos de mercancía cometidos ayer por la madrugada en los locales. Aseguró que durante los últimos siete días se ha mantenido la presencia policial precisamente para evitar robos, y aseguró que no existen denuncias formales.

La demolición continuó a lo largo de la madrugada de este viernes. La policía mantendrá vigilancia hasta que se completada y mantendrá el acordonamiento en uno de los carriles de la Vía 40 y de la totalidad de la cuadra de la calle 34.

La desaparición de San Andresito marca el final de una tradición y un estilo de hacer comercio en Barranquilla, al cual prácticamente no hay familia barranquillera que no haya recurrido alguna vez, principalmente durante navidades, ya que San Andresito fue por décadas un referente en cuanto a los ‘últimos gritos de la moda’ y de las marcas internacionales, antes de que en Barranquillera existieran verdaderos centros comerciales.

Los aproximadamente 35 comerciantes que aún se resistían a abandonar San Andresito se limitaron a ejercer una resistencia pacífica desde el otro lado de la avenida Olaya Herrera, respetando el cordón policial con el cual se rodeó la edificación desde las 2 de la madrugada.

Débil resistencia. Desde el andén del edificio de Fedecafé (cuyos comerciantes mantuvieron cerradas las puertas del edificio y los locales comerciales que allí funcionan, según algunos en previsión de los disturbios que el desalojo definitivo de San Andresito pudiera ocasionar, o por solidaridad con sus colegas desalojados, según otros) lanzaban consignas contra la alcaldesa Elsa Noguera y enarbolaban pancartas en las cuales denunciaban el atropello de derechos que, según ellos, ha cometido la Alcaldía al utilizar la fuerza pública para la diligencia de recuperación de bienes de uso público.

El malestar de estos comerciantes quedó en evidencia de todos modos a través de las amenazas e insultos que dirigieron a los reporteros de esta casa periodística, a quienes amenazaron con la destrucción de sus equipos cuando estos estaban cumpliendo con su labor de cubrimiento informativo.

Además, bloquearon por pocos minutos —a las 10:00 a.m.— el carril para los buses de Transmetro, obligando a la intervención del Escuadrón Antidisturbios de la Policía Nacional, que restableció la circulación y desalojó a los protestantes de la vía pública.

'Es un atropello'

Luis Escorcia, apoderado legal de más de 100 personas que reclaman propiedad de locales o eran arrendatarios de San Andresito, sostuvo que la diligencia adelantada ayer en este inmueble viola derechos fundamentales de sus clientes, tales como el del debido proceso, el del trabajo digno y justo, al tiempo que desconoce la existencia de cinco acciones de tutela interpuestas precisamente para frenar el proceso de desalojo de los comerciantes. Advirtió que la Administración Distrital se expone a cuantiosas demandas por estos hechos.