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La prensa escrita no está herida de muerte ni condenada a desaparecer como consecuencia de la irrupción del periodismo digital soportado por internet.

A esta conclusión llegaron dos de los periodistas invitados como conferencistas por la Universidad Autónoma del Caribe para el ciclo de ponencias en el segundo día de la V Semana Internacional de las Comunicaciones, en el Gran Salón del Hotel El Prado.

Ellos son Ramón Salaverría, director del Departamento de Proyectos Periodísticos de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra (España), y Marco Schwartz, director del diario EL HERALDO.

Según el director de EL HERALDO, la crisis que afecta a este sector no tiene por qué transformar lo que siempre ha sido la esencia del periodismo: buscar historias 'bajo las piedras' —un proceso en el que atribuye gran importancia a las capacidades intuitivas del periodista— y contarlas de manera que sean atractivas mediante la exaltación del componente humano.

Observó que, al contrario de lo vaticinado por los gurús comunicacionales, internet no sólo ha globalizado la gestión de la información sino que le ha dado un nuevo aire al periodismo regional, al local e incluso al barrial. Destacó además cómo los proyectos exitosos en estas esferas son, en muchos casos, aquellos apoyados por la marca tradicional de un medio que se ha dedicado durante años a forjar un público y ganarse su confianza, y aprovecha su reputación para crear un sistema multicanal de distribución de contenidos (radio y televisión digitales, por ejemplo), cobijado por 'el paraguas' de su marca.

Marco Schwartz dice que intuye que la nueva fórmula del periodismo en papel pasa por apostar por la pausa para la reflexión y el análisis, no sucumbiendo al afán de inmediatez y de publicar 'en tiempo real' toda la información, tendencia que parece haberse convertido en una obsesión impulsada por la irrupción de internet.

Para Salaverría, el periodismo se halla en una transición que no significa la desaparición de la prensa de papel. Destacó el rol que jugará la academia, la universidad, para definir sus nuevos derroteros.