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Las heridas que dejaron los combates en la zona montañosa del sur de Antioquia sobre el cuerpo de Deibys José Moreno, un barranquillero de 29 años que creció en Apartadó y que durante tres años perteneció al quinto frente de las Farc, fueron recordadas ayer en la ceremonia de entrega de los actos administrativos con los que el Centro de Servicios en Barranquilla de la Agencia Colombiana para la Reintegración de Personas y Grupos Alzados en Armas, ACR, oficializó la terminación de la Ruta de la Reintegración de 55 desmovilizados.

La ACR Atlántico está encargada del seguimiento del proceso de reintegración de 1.378 personas y desde el año 2012 -sumando el grupo que culminó el proceso ayer- 171 hombres y mujeres han sido reintegrados a la vida social y productiva en el Departamento.

'Esta guerra es absurda, porque detrás de un camuflado -sea de guerrillero, paraco o militar- lo que hay es un colombiano. Si yo pudiera, le pediría perdón a todas las madres, porque ellas son las que pierden todo con esto, pierden a sus hijos', explicó Moreno, quien tras seis años y medio de preparación en el proceso, pudo obtener el título de bachiller en la Institución Educativa Distrital Calixto Álvarez.

Entre los beneficios que otorga a los desmovilizados el desarrollo de las actividades de la Ruta de la Reintegración, que coordina la ACR, figuran el acompañamiento psicosocial, gestión en salud, educación, formación para el trabajo, participación en espacios de reconciliación e inserción económica, mediante la modalidad de empleo por autogestión.

De acuerdo con Paola Zapata Torrenegra, coordinadora en el Atlántico de la ACR, el objetivo de preparar a los desmovilizados es que puedan ser productivos y conformar sus propios proyectos de negocio, como en el caso de Moreno, quien con la capacitación en ebanistería que recibió en el Centro Social Don Bosco y en emprendimiento en el Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, creó su propio taller de elaboración de muebles.

'Atrás quedaron los días en los que eran llamados reinsertados, ahora empiezan una nueva vida en el marco de la legalidad', dijo Zapata.

El proceso. La posibilidad de acceder al proceso de reintegración es para todas las personas desmovilizadas que hayan sido certificadas como tales por el Comité Operativo para la Dejación de las Armas, Coda, y que expresen su interés de manera voluntaria.

Siempre y cuando no vuelvan a delinquir después de su desmovilización, el Estado ofrece beneficios jurídicos por los delitos políticos y conexos a las personas que hayan dejado las filas de los grupos armados ilegales y cada participante en el proceso está obligado a comprometerse con el desarrollo de por lo menos 80 horas de acciones de servicio social.

'En su momento, estar en la guerrilla fue una moda, por todas las carencias de educación, trabajo y oportunidades que había. Muchos nos dejamos tentar y vimos atractivo el hecho de poder empuñar un arma, tener poder y así intimidar a los demás, pero la paz no está en dejar las armas, sino en desarmar el corazón', concluyó José Quiñones, quien a los 12 años dejó su casa en Barrancabermeja para sumarse a las filas del ELN y ahora -con 34 años- afirma haber 'retomado el rumbo de lo correcto'.

Existen distintos mecanismos para apoyar el proceso de reintegración, uno de ellos es a través del programa Aportando Tiempo, un voluntariado en el que los ejecutivos de las empresas y los estudiantes universitarios donan tiempo para capacitar a las personas que se están reintegrando en aspectos como educación financiera, emprendimiento y finanzas.