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Sobre bicicletas, las mismas que han servido para consagrar en el ciclismo a deportistas como Martín E. Cochise Rodríguez, ‘Lucho’ Herrera y, recientemente, Nairo Quintana y Rigoberto Urán (campeón y subcampeón Giro de Italia, respectivamente), entre otros, se rebuscan la vida decenas de jóvenes en Atlántico que tuvieron que adaptar su ‘cicla’ como herramienta de trabajo, o como medio de subsistencia, ante la imposibilidad de conseguir un empleo formal.

Con la misma fuerza que le han puesto a sus carreras nuestras estrellas del ciclismo, reconocidos en el mundo desde la década de los 80 como 'los escarabajos' por destacarse como escaladores, muchos jóvenes pedalean en los municipios de Atlántico sobre sus caballos de acero para rebuscarse cada día.

Brayan Ariza González, de 17 años, contó que cada mañana sale montado en su bicicoche desde su casa, en la urbanización Villa Olímpica, hasta la plaza del municipio de Galapa, recorriendo unos 4 kilómetros.

'Me demoro como 20 minutos, y desde las 7 de la mañana comienzo a trabajar recorriendo todo pueblo. Esto lo vengo haciendo desde diciembre del año pasado', dijo el joven.

Brayan, el tercero de cuatro hermanos, reconoce que esta es una labor que desempeña para conseguir algo de dinero que sirva para aportar a su casa y costear sus útiles escolares. 'Estoy en séptimo grado en el colegio Francisco de Paula. Trabajo hasta las 11 de la mañana y de ahí me voy para clases. En ese tiempo me gano entre $12.000 y $20.000 diarios', agregó.

Ariza González considera que, como él, son alrededor de 25 los jóvenes que desempeñan esta misma labor, de un total estimado de 120 bicitaxis que ruedan en este municipio. Igualmente, Jordy Gutiérrez Barrios, de 20 años y quien también realiza este oficio en Sabanagrande, asegura que sobre estas tres ruedas encontró la salida a su infructuosa búsqueda de empleo.

'Luego de prestar el servicio militar, y ver que no me salía ningún trabajo, decidí ponerme a hacer carreras en el municipio. El bicicoche es alquilado, pago $3.000 de tarifa por el día, y, entre 8 a.m. y 6 p.m. me hago como $20.000 diarios', dijo Gutiérrez.

Jordy Gutiérrez Barrios, de 20 años, en Sabanagrande.

Este joven afirma que , como muchos colombianos, se emocionó con el triunfo de Nairo Quintana en el Giro. 'Ojalá uno tuviera la oportunidad de dedicarse al ciclismo. Pero es muy difícil, me toca seguir viéndolo como un trabajo, mientras resulta algo más', puntualizó.

En esta población, de los cerca de 300 conductores de bicicoches, unos 30 son jóvenes que rondan los 20 años.

Igualmente, en las polvorientas calles de Palmar de Varela son aproximadamente 400 los bicitaxistas que se dedican a esta labor. Del total, cerca de 50 son jóvenes, según Alexander Rodríguez, un hombre de 23 años que afirma llevar 5 años conduciendo bicicoche.

'Aquí el trabajo es duro, hay muchas calles destapadas y para llevar a los pasajeros hay que tirar pedal duro', enfatizó Rodríguez. Sostuvo que las ganancias diarias son de unos $15.000.

Mientras las nuevas caras del ciclismo colombiano siguen haciendo historia en la élite de este deporte, estos jóvenes, de estrato uno en su mayoría, continúan dando pedal por horas para conseguir el sustento diario de sus familias.

Nairo y Rigoberto.

Nairo Quintana nació en Tunja, capital de Boyacá, aunque su infancia y adolescencia trascurrió en la vereda La Concepción, del vecino municipio de Cómbita, en el seno de una familia de campesinos. A los 15 años, para ahorrarse el dinero del transporte, decidió usar una bicicleta que le regaló su padre para asistir a clases a su colegio, ubicado en la vecina localidad de Arcabuco, a 16 kilómetros en terreno de descenso y otro tanto cuesta arriba a la vuelta.

Fue precisamente en esos regresos a casa cuando descubrió su potencial para el ciclismo: pese a su corta edad y una bicicleta notablemente más pesada, podía aguantar la subida a rueda de los ciclistas que entrenaban por la zona.

Rigoberto Urán, de 27 años, nació en Urrao (Antioquia, Colombia), una población de 42.247 habitantes, situada a unos 140 km al oeste de Medellín, en un valle a 1.800 metros de altitud y rodeado por montañas como el páramo del Sol, a 4.000 metros de altitud. Su padre fue asesinado por un grupo de paramilitares cuando él tenía 14 años, pocos meses después de haberlo introducido en el mundo de la bicicleta.